Debido a que trabajo de cara el público y mi imagen es una parte crucial con el trato al cliente, puede llegar a ser una verdadera faena, que el esmalte de uñas decida descascarillarse sin avisar. Ya me ha pasado varias veces y es increíble, como una cosa tan tonta, puede minimizarme al igual que lo haría una mancha de sudor o un carrerón en las medias. De hecho, llegó un punto en que mi fiabilidad en los esmaltes era tan nulo, que procuraba llevarlas siempre en colores claros o directamente, sólo con brillo. ¡Con lo que me gusta a mí un metalizado! Así que me he pasado una buena temporada con las uñas más sosas que una pija de ursulina. Eso sí, sólo hasta que OPI llegó a mi vida.

Conocía OPI desde hace unos años y de hecho, la gente me había hablado muy bien de sus productos, pero como estaba tan quemada con las marcas “buenas” que probaba, ya pasaba de que me timasen más. Me ha llegado a pasar, que después de hacerme las manos con una firma para nada asequible, salir de darme un baño y ver como TODA mi manicura se había quedado flotando en el agua. El caso es, que hasta que El Corte Inglés no nos invitó a su jornada «Curvies» y nos hicieron la manicura en OPI, con su línea sus productos Infinite Shine, no volví a creer en el esmaltado a largo plazo.

Esta fue mi experiencia:

Primer paso

Mi escepticismo y yo, nos sentamos frente a la estilista, la cual, me preparó las uñas, como es lo habitual: cutículas e impurezas fuera, dar forma e hidratar. Una vez se secó todo aquello y las uñas estuvieron preparadas, me aplicó el primer ingrediente que ayudaría a obrar el milagro:

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Infinite Shine #1
Según me informé, es el paso más importante. Ya que ayuda a fijar el esmalte y evitar manchas en la superficie de la uña.

Segundo paso

Me dieron a elegir un esmalte de entre los colores de la gama Infinite Shine, pero yo como soy de ideas fijas y a veces un poco tocapelotas, me empeñé en que me pusieran el efecto metal de la colección de 50 sombras de Grey, (añado en mi favor que me acaba de dar vergüenza decirlo, pero el color era ideal). Al no ser de la colección recomendada y encima metalizado, ya me fui autoconvenciendo de que esa monadita, me iba a durar menos de una tarde. Sorprendentemente, la chica no puso ninguna pega y siguió a lo suyo.

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Infinite Shine #2
Aunque yo usé la que se metió entre ceja y ceja, para un mejor resultado, recomiendan usar esta. Ya que el pigmento es muy saturado, sólo hay que aplicar dos capas. No más.

Tercer paso

Después de quedar bastante sorprendida con el color tan chulo que tenía mi esmalte, seguí dejándome hacer. Aquí fue cuando me aplicaron el tercer y último paso de la manicura. Yo cuando vi el top coat me temí lo peor. Ya que siempre me que me han dado brillo secante, ha sido peor el remedio que la enfermedad. De hecho, estoy convencida que mi incidente en la bañera fue por el exceso de este último invento.

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Infinite Shine #3
Se aplica una capa fina y se deja secar. Lo más curioso es que no necesita lámpara, ya que seca con la luz natural.

Opinión

Salí de allí bastante contenta, ya que el color era ideal y se había secado bastante rápido. Pero claro, yo tenía que poner a prueba lo que decían que era el esmaltado definitivo (prometen 10 días de duración). Las semanas siguientes me enfrenté a saunas, sesiones de cocina e incluso, a un montaje de una casa al completo. ¿El resultado? Ni un rasguño en dos semanas. A la tercera sufrió su primer deterioro debido a que me corté ligeramente con un cutter y el dedo meñique salió perjudicado. Casi me faltó hacerlo adrede con tal de tener una excusa para cambiar de esmalte. Así que debido a mi grata experiencia, un par de semanas después, me agencié la base, el top coat, un par de colores básicos y me lo hice en casa. ¿El resultado? Aunque no quedó tan limpito y perfecto como cuando me la hicieron en OPI, el acabado fue bastante bueno y me duró casi más. Y eso que era un azul metal. Así que desde entonces, cada vez que me quiero hacer con un esmalte de “fondo de armario”, recurro a su stand. Aunque he de decir que a veces, es imposible no hacer una locura y llevo a casa algún color loco. Como por ejemplo, los de su colección Hawai, que me traen loquita perdida.

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Nota: Aunque yo suelo comprarlos en El Corte Inglés, están disponibles en muchas de las cadenas de perfumería. Así como en su web oficial, en la que además, te dan trucos de cómo aplicarlos.