La temporada estival está llena de eventos de esos que nos obligan a sacar del armario nuestras mejores galas para lucir palmito; esto suele significar que tenemos que ponernos sandalias y zapatos a los que no estamos acostumbradas y ¡zasca! aparecen ampollas, rozaduras y un sinfín de dramas que ponen a prueba a nuestros pobres piesesitos.

Hay zapatos que son auténticas maquinas de tortura pero, como bien dice la cultura popular: para presumir hay que sufrir. Eso si, gracias a los avances técnicos de la ciencia moderna, cada vez tenemos que sufrir menos. No he venido aqui a hablar de ningún producto novedoso, pero si bastante milagroso: el Stick Anti-Fricción de Compeed es pura magia y me sorprende que aún haya chicas que no saben de su existencia.

Compeed

Hace un par de años mi madre me dijo que me lo pusiera porque estrenaba zapatos para una boda. Mi mirada de condescendencia le hizo reir: «Bettiña hazme caso, que esto es el invento del siglo». Me restregó el producto en cuestión por todos los piececitos mientras yo pensaba: «Menuda carallada, seguro que esto no sirve de nada». Cual fue mi sorpresa cuando empezaron a pasar las horas y los zapatitos no me molestaban nada (quitando el dolor habitual de no estar acostumbrada a llevar tacón). Desde entonces se ha convertido en un aliado fundamental para todos los saraos.

La aplicación es sencillísima: tienes que aplicarlo por las zonas donde sabes que te va a rozar el calzado (procurando no tocar zonas ya dañadas o con ampollas), dejarlo secar un ratito y proceder a calzarte; es posible que aplicartelo más veces a lo largo del día o de la noche para evitar las malditas rozaduras. Al ser como una barra de cacao, tiene el tamaño perfecto para llevarlo en el bolso, es súper limpio y no mancha porque es incoloro. Es muy fácil de encontrar en farmacias, parafarmacias, supermercados e incluso lo he visto en algunas zapaterías y no es excesivamente caro (cuesta alrededor de 6 euros).

Seguro que la mayoría ya lo conocíais: ¿lo habéis usado? ¿qué os parece?