Hay gente que tiene lo que yo llamo ‘rollazo’, un estilo propio que les sale por todos los poros, y, en mi opinión, Tania Llasera es una de esas personas. Ese flequillazo, su uso y abuso de los tirantes, el talle alto, la maravillosa interpretación que hace de los looks masculinos y su amor incondicional por Hoss Intropia la convierten a toda ella en un must-have global.

A nosotras nos ha gustado siempre porque derrocha personalidad y, a juzgar por los comentarios en foros, el público masculino siempre ha estado dispuesto a disfrutar de sus encantos en instantáneas como la que acompaña a estas líneas…. Al menos, hasta que dejó de fumar.

La popular presentadora de televisión lleva nueve meses luchando contra su adicción a los pitillos y, a cambio de ese triunfo, ha ganado 10 kilos… Nada que no se pueda sacudir en unos mesecitos de gimnasio y dieta equilibrada, pero ya se sabe que en las redes sociales hay mucho bocachancla y la bilbaína ha tenido que aguantar alusiones a su sobrepeso bastante impertinentes. Para muestra, un botón:

Te has comido un rinoceronte, ¿no? @taniallasera#OperaciónBikiniYA— Pedro (@26pedro26) septiembre 16, 2014

Tania Llasera se parece a Terelu pero en gorda. — Moe de Triana (@moedetriana) septiembre 18, 2014

Como veréis, son de un ocurrente pasmoso. ¡Vamos! Un auténtico festival del humor… Hay que tener una noción preocupante de cómo debe ser el cuerpo de la mujer para considerar que Llasera está gorda, así, con todas sus letras. Pero, ¿y qué si lo estuviera?

El antes y el ahora de Tania Llasera  El problema de base es que muchos animalitos de granja confunden el hecho de estar delgado/a con ser atractivo y, ahí tienen a Paula Vázquez, presumiendo a bombo y platillo de los 13 kilos que ha subido. No me diréis que no está mucho mejor así, sin tanto hueso marcado… Algo tiene que fallar en la sociedad cuando el hecho de que una mujer suba números en la báscula se coma a la noticia de que ha conseguido abandonar un mal hábito sostenido durante 20 años. Están fatal las cabezas…

Afortunamente, Llasera no necesita defensores. Ella misma ha respondido a los deslenguados que, para ella, «la salud es sexy» y les ha dedicado una retahila de argumentos para desmontar sus críticas descelebradas.

Muchas mujeres han querido dar el espaldarazo a esta licenciada en Dirección y Producción de Documentales Antropológicos y encumbrarla ante tanto chimpacé. Entre ellas, Mar Montoro, la popular locutora de radio.

Las imperfecciones de Sara CarboneroSara Carbonero ha dedicado la última entrada de su blog, Cuando nadie me ve, a defender las imperfecciones. “Me consta que Tania se lo ha tomado con filosofía y ha respondido diciendo que para ella lo más importante es la salud, (…), pero ¿os imagináis que esto le hubiera pasado a una niña de 18 o 20 años insegura, tímida y vulnerable?”. En esta nueva cruzada contra la gordofobia, la periodista deportiva escoge mostrar las que ella considera sus “imperfecciones”: una mancha en la piel y una cicatriz en el brazo. Es su manera de decirle al mundo que todos tenemos muescas que nos va dejando la vida y que no dejan de ser hermosas, por las vivencias a las que van aparejadas.

Otra que le ha ido a la zaga es Carme Chaparro, rostro conocido de Informativos Telecinco. Según cuenta en su bitácora, ella también vivió una experiencia lamentable con un diseñador -cuyo nombre no especifica-. El tipo no dudó en espetarle que el vestido rosa del que se acababa de enamorar perdidamente “no era para su cuerpo”.

Imaginaos la ‘pockerface’ que se le debió de quedar a la periodista, que se gasta una talla 36 y, a veces, una 38. Si ese diseño no le servía a ella, ¿para quién estaba hecho? ¿Para una novia cadáver? Es tremendo… Parece mentira que todavía haya quien piense que la gente tiene que modelarse para caber en la ropa y no al revés. Este mensaje, que podría parecer inocuo, termina por colarse en la calle. No creáis que se queda en los showrooms y en las pasarelas, no. En plenas rebajas, estaba yo tan feliz ojeando entre las perchas de Zara cuando, de pronto, escucho la siguiente perla a una piji-adolescente: “Tía, no se que hacer. Me queda mejor en la talla M, pero la M es de gordas… No sé si pillarme la S, aunque me apriete”. ¿Estamos locos? Le hubiese dicho cuatro cositas, pero habrían resonado en hueco… La cuestión es que la idea de que la delgadez es la prioridad se ha instalado en nuestro subconsciente hasta el punto en que las más guerreras se pierden dando explicaciones:

Dejemos ya de avergonzarnos de nuestras curvas y nuestras redondeces. Hay que estar sanas, ¡desde luego!, pero dentro eso no quita que existen muchos tipos de cuerpo. Si eres de muslazo, pecho generoso o de cadera ‘de buena paridora’, como decían las abuelas, estarás conmigo en que… ¡Hay que iniciar una rebelión! ¡Ya está bien! Utilicemos nuestras cuentas de Twitter para decirle al mundo que no somos Barbies Malibú que han salido de una caja de cartón. Por suerte, somos todas distintas y cada una de nosotras tiene su ‘rollazo’. Que nos os lo corte nadie, chicas.