No he empezado el gimnasio. Sí, lo sé, soy un loser. O un vago. O un vago y un loser, vete tú a saber, pero os prometo que no ha tenido tanto que ver conmigo como vosotros pensáis. De hecho no ha tenido tanto que ver conmigo como yo pensaba que iba a tener, con lo cual podemos decir que soy una víctima de todo esto. Una víctima de esta sociedad loca en la que vivimos. Pobrecito yo. Pobrecito.

Os explico. Uno podría pensar que en 2014 las cosas funcionan como recién engrasadas. Si quieres ir al cine no tienes que ir a hacer largas colas, simplemente pides una segunda hipoteca sobre tu casa para pagar la entrada, te metes en internet, la compras y punto. Tampoco ya hay que hacer cola en el supermercado; te metes en la web del Mercadona con su consiguiente viaje a 1996 –en serio ¿es que nadie le ha hablado a los de Mercadona de un concepto loquísimo llamado “diseño”?- compras lo que quieras y te lo traen a casa. Muy sencillo todo. Sin embargo, por alguna razón que no alcanzo a comprender, si vives en el centro de Madrid y quieres ir a un gimnasio tienes dos opciones: a) pagar tres meses de golpe + matrícula por un gimnasio que es básicamente como si en el salón de tu casa pones tres bicicletas estáticas, ambientador con olor a sudor y cobras la entrada. b) te apuntas al gimnasio bonito con piscina y esperas a que te llamen para poder inscribirte. Porque hay lista de espera. En el gimnasio. En 2014.

Porque al parecer la gente se ha vuelto loca con los gimnasios y ahora son the place to be. Yo que pensaba que ahora estarían desiertos porque todo el mundo es runner. Pues se ve que no, aunque esto me abrió otra línea de pensamiento y posibilidades: ¿quiero ser runner? Debo confesar que antes de toda esta fiebre (trendsetter), yo atravesé una época en la que estaba un poco loco con el tema e incluso salía a correr cuando llovía con un chubasquero de esos de plastiquete (aquí tenéis una prueba gráfica de este insólito hecho). El problema es que yo tengo una lesión de rodilla verdadera, no imaginaria, que hace que correr sin haber perdido peso no sea lo más indicado para mi condición (¿veis como no soy culpable sino víctima?), además de que correr por Malasaña me parece un follón porque lo mismo me ven muy original y acabo poniendo de moda los chándal Umbro, y mira, por ahí no paso.

El caso es que me llamaron ayer para decirme que tenía plaza en octubre, y bueno, yo como si me hubieran concedido un piso de protección oficial o un hígado nuevo (que falta me hace). Fui rápidamente a pagar mi cuota y a que me dieran el carnet, que resultó ser una tarjeta blanca con mi nombre: ni un logo ni nada, ni un ribete de oro para justificar el precio de todo esto. NADA. Por lo que el día 1 de octubre comenzaré mi rutina diaria de gimnasio y piscina y os contaré qué tal ha ido en cuanto las agujetas me permitan mover los brazos.

Por otro lado, y como complemento, estuve sopesando la opción de contratar un entrenador personal. Por aquello de que igual que cuando quieres aprender matemáticas no llegas y te pones a hacer problemas, pues lo mismo me vendría bien que una persona que sabe me dijera qué hacer. Además del compromiso que implica un entrenador personal. Y por compromiso me refiero a que ese señor me eche la bronca el día que a mí me apetece más, no sé, planchar camisas que ir a hacer ejercicio. Pero resulta que, en este sitio en concreto (para los más curiosos, el Centro Deportivo Municipal Escuelas Pías) un entrenador personal sale a 28€ la hora. Que es una cosa extraña porque si yo fuera entrenador personal me parecería poco, pero como persona joven y un poco pobre me parece inasumible. Todo son problemas.

Y para rizar un poco más el rizo (y ya os dejo en paz, lo prometo) he decidido lanzarme a la prueba de la electroestimulación. Os seré sincero, en mi cabeza yo estaré en un sofá comiendo pizza y viendo ‘Parque Jurásico’ mientras esa máquina hace ejercicio por mí. Probablemente no sea tan así, pero el lunes bien temprano iré a probarlo para daros mis impresiones.

Fotos no, porque por lo visto hay que ponerse como unas mallas y no termino de verme yo. No. Pero dadme un poco de tiempo.

:)