1. Conseguir ir al baño después de aguantarte mucho tiempo

El ascensor y tú. Tú y el ascensor. Lo minutos y segundos parecen años. Te estás meando desde hace dos horas y el pasillo de tu piso de 40 m² te parece el corredor de la muerte. Llegas al baño, te quitas las bragas (si es que no se te olvida de la emoción) y meas. Decidme que eso no es placer. Que hasta los pelos de punta se me ponen a mi. Y como sean aguas mayores, como decía mi abuela, ya ni os quiero contar.

2. Quitarte los zapatos cuando te duelen los pies

Ese cosquilleo que sientes cuando te quitas los zapatos tan monísimos que te acabas de comprar que parecen hechos por el mismísimo Satanás. Eso es placer y lo demás tonterías.

3. Quitarte el sujetador

Los sujetadores aprietan, y mucho; pero a mí me encantan. Eso sí, bendita la hora en la que llego a mi casa y me lo quito. Placer máximo y absoluto.

4. Tener un orgasmo

Es el placer más íntimo y natural del ser humano. El cuerpo se queda un estado de relax bestial y tus músculos te piden calma aunque solo sea por un ratito. Por algo los franceses lo llaman ‘la petite mort

5. Beber agua cuando tienes mucha sed

La sensación de que se te quede la boca más seca que la mojama es una de las peores sensaciones del mundo mundial. Y esto es así. Tener sed y no poder beber es morir en vida amigos míos. Por eso cuando vislumbras la botella de agua fresquita (tampoco mucho, que si no la sensación de frío supera al placer) y consigues beber, alcanzas el Nirvana. Y esto es así.

6. Abrir el ojo y ver que aún tienes toda la noche para dormir

¿A quién no se le ha puesto carita de tonto mientras se daba media vuelta y hacía la croqueta un poco más cuando ha visto que aún tenía por delante más de 6 horas de sueño? Que el despertador suene a las 08:00 am y que te de por abrir el ojillo a la una y media de la mañana es una de las cosas más placenteras que hay en esta vida.

7. Reír hasta llorar

Porque cuando se te saltan las lágrimas de la risa ya no hay marcha atrás, te dejas llevar y la felicidad te inunda. Y cuando consigues parar (si es que lo consigues) tu cuerpo se queda como nuevo. Más risas en esta vida, por favor.

8. Ducharse antes de dormir

Está comprobado, la gente que se ducha antes de dormir; duerme mejor. El chorrito de la ducha calentita cayendo por la espalda y la sensación de meterse debajo del nórdico limpita y recién duchada es amor del bueno.

9. Cantar y gritar hasta quedarte afónico

¿Cómo es ese momento en el que cantas a grito pelao el temazo de tu infancia con tu mejor amiga en el coche? Los que te escuchan no sé, pero tú te quedas divinamente, ¿o no?

10. Tirarse un pedo

Esto es así señores. Querer tirarte un pedo y no poder es el horror. Así que cuando consigues que ese fatídico gas salga de tu cuerpo, el placer se apodera de ti.

¿Y tú? ¿Qué placer añadirías?