Todas hemos vivido o hemos visto cómo alguien vive una de las siguientes situaciones. La mayoría de veces piensas ‘tierra trágame’, pero cuando las recuerdas sola o con tus amigas lo único que puedes hacer es descojonarte. Situaciones ridículas que dejan por tierra tu dignidad.

Andar por la arena caliente. Ahí vas tú, toda chula entrando en la playa. Tus amigas te saludan y ves que están con gente que no conoces. Metes tripa, sacas tetas y te adentras en la arena. Tu dignidad se va a la mierda en el minuto 0, justo en el momento en el que tu pie descalzo nota el ardor de la arena.

Cuando tu madre te pilla jugando a los médicos con tu novio. Y quieres morir.

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Ir arrastrando el papel de wc por toda la discoteca. Vas al baño, meas como puedes, te miras al espejo, te retocas los morros y vuelves a salir a la pista de baile para darlo todo y más. Más porque llevas colgado de las bragas o del tacón, un cacho de papel más largo que la Gran Muralla China.

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Cuando vas al ginecólogo. Así, en general. Porque todas sabemos lo que hay. Te subes al potro de la muerte y tu dignidad se escapa en el momento en el que, vestida con una bata que no te cubre ni los pezones, te dicen: ‘Baja un poco más el culete, que así no te veo nada’.

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El tanga mínimo de papel que te dan cuando vas a hacerte un masaje. Lo sacas de la bolsita, lo miras, lo vuelves a mirar, le das 50 vueltas. ¿Es un tanga o hilo dental? Meditas la situación, te lo pones, te miras al espejo, quieres salir corriendo de ahí. Entra la masajista. Ya no hay vuelta atrás.

Los albornoces de hotel. Te vas de escapada con tu pareja a un hotelazo de esos five stars, os ponéis tontis y decidís daros un bañito. Te quedas en la bañera y se levanta a por los albornoces. Te da el tuyo, te lo pones, y solo te tapa la espalda y los brazos. Se queda confundido y se quita su albornoz para ver si te ha dado el de su talla. Sí, te ha dado la talla de hombre y él lleva la de mujer. Estupendo.

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Pedir en la farmacia cualquier producto relacionado con sexo o con tu toto. Entras y esperas que no te atienda el tipo joven ni el señor mayor. Rezas. Te jodes porque te toca el joven. ‘¿Me das Gine-Canestén?’

Saliendo de la piscina por la zona que no tiene escaleras. Te haces la chulita, pero ni tienes la misma fuerza ni pesas lo mismo que cuando eras una cría. Sales reptando, bajo la atenta mirada de toda la comunidad, con los codos y las rodillas rascados. Te pones en pie, y te resbalas. Tu dignidad queda perdida en el fondo de la piscina.

Cuando se te sale el relleno del sujetador. Te has pasado la noche entera haciéndote selfies con tus amigas, y ligando con aquel chico que te miraba bien y luego raro. Llegas a casa y se descubre el drama. Sales en todas las putas fotos con el cacho de pechuga de pollo asomando. Nadie te ha avisado.

Cuando se te cae la pestaña postiza. Estás en la final de tu tronista. No te escoge. Y lloras.

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