Hubo un tiempo en el que disfrutaba muchísimo de ir a la playa. Me creía Ariel: mientras hacía la sirenita entre las rocas, imaginaba que era amiga de toda la fauna marina del litoral gallego. Hubo un tiempo en el que jugaba la pachanga del atardecer en la orilla con mis colegas solo para poder meterle mano al chico que me gustaba y que sufría mucho cuando tenía que dedicar las tardes de verano a hacer que estudiaba para los exámenes de septiembre. De pronto, no sé por qué, todo cambió y decidí que la playa no mola nada y aquí tenéis algunas de las razones que hacen que no me guste nada:

1. LA ARENA. Sí, la odio. Uno de mis súper poderes consiste en convertirme en una croqueta en cuanto pongo un pie en la arena. Os lo digo en serio, no sé cómo carallo lo consigo…

joey playa

2. La exfoliación. Eso pasa cuando te quieres echar crema pero tienes todo el cuerpo lleno de arena y se merece una mención especial.

3. La salitre (o el salitre, según las zonas). Vale que me deja el pelo muy cuqui, pero entre la salitre y las arenas termina picándome el chichi cosa fina.

4. Los complementos playeros. Me ponen mala. Que si la sombrilla, que si la nevera, que si la silla de anciana… y lo peor de todo es que pasan los años y cada vez los veo más necesarios, pero montar y desmontar el campamento es un auténtico coñazo.

5. Los precios abusivos de algunos chiringuitos playeros. 4 pavos por una jarrita de cerveza, ¿estamos locos?

playa

6. El hambre. Ir a la playa da mucha hambre. El tupper de sandía cortadita está muy bien y tal, pero en cuanto llega el momento chiringuito te comes las patatillas, las aceitunas y 2 empanadillas. Y ¡boom! sablazo.

7. Los niños gritando y tirándote arena cada vez que corren cerca de donde tú reposas e intentas no llenarte de arena (en mi caso esto es una misión imposible).

8. Las pandillas de adolescentes (ellas con la raya del ojo pintada y ellos con canzoncillos por debajo del bañador…WTF?!) que ponen el recopilatorio de Mujeres y Hombres y Viceversa a todo volumen en los altavoces de sus smartphones.

9. El ruido en general.

10. Hacer la lagartija. Me deja loca la capacidad que tiene la gente de hacer la fotosíntesis y estar horas tomando el sol sin apenas moverse. Sinceramente creo que son reptilianos de sangre fría, seguro que tienen branquias detrás de las orejas o algo así…

AFD

11. El deporte. Me parece muy injusto que en el momento en que consigues acostumbrarte a estar tirada sin hacer nada siempre hay algún iluminado que propone ir nadando hasta la boya roja, jugar a las palas o dar un paseo de punta a punta. No necesito tanta actividad, gracias.

12. Las gaviotas. Vale que soy gallega y ya debería estar acostumbrada. En realidad las muy putis me hacen gracia porque son muy listas y tienen mucha cara de malas, pero es bastante inquietante notar cómo te miran intensamente cuando te estás comiendo el bocadillo de pollo empanado.

gaviotas

13. Quedarte sin amigos. Los días de playa olvídate de engañar a algún colegui para hacer algo diferente. Con suerte quedar a partir de las 8 para tomar una caña.

14. La puta canción de Los Planetas y lo triste que me pone.

Podéis matarme peeeeeero: menos mal que quedan pocos días de verano…