Que sí, que lo hipster ha copado todo el mercado y ya resulta aburridísimo ver a gran parte del personal disfrazado de «it algo». Tus amigas pijis ahora parecen Alexa Chung y todos tus amigos se han dejado atrás la barba de tres días para parecer homeless trespuntocero. Enciendes la radio y toda la música suena igual (hasta Bustamante utiliza melodías indie-pop) y todos los bares son tan extremadamente cuquis que tienes miedo de ponerte cómoda no vaya a ser que manches o rompas algo. Pero como el odio sólo lleva al lado oscuro y estamos esperando como agua de mayo la nueva de Star Wars (tictac un año tictac pasa en nada tictac), vamos a buscarle el lado bueno a esta etiqueta tan manida antes de que se pase de moda definitivamente. Vale que estamos un poco hasta el mondongo pero me parece de muy cuñao (y de muy posturillas) no ser capaz de reconocer que hay algunas cosas hipsters que molan cantidubi.

La repostería cuquis. Aunque os pongáis más papistas que el papa os tengo que decir una cosita: una magdalena no es lo mismo que un cupcake. Las dos cosas están muy buenas (en su estilo) y tienen la misma forma, pero cambia la consistencia, la receta y hasta la apariencia. En cuestiones de tartas soy firme, no cambio una Red Velvet hipster por una tradicional San Marcos, esto es así.

Las ilustraciones. Nos hemos cansado de Ikea y todos suspiramos por tunear nuestro hogar. Nada más fácil que colgar unas cuantas ilustraciones monis en la pared del salón para darle un toque de calidez y personalidad. Arte al precio de artesanía que nos hace sentir un poquito especiales.

Los zapatos ortopédicos. Los tacones nunca pasarán de moda y siempre hay que tener un par en el fondo del armario para sacarlos en alguna ocasión especial (bodas, bautizos y comuniones, claro), pero es una gozada poder calzar a la moda sin necesidad de querer cortarnos los piececitos. Digo un sí rotundo a la aceptación social de la plataforma ortopédica.

Las mochilas. Llevaban años apartadas de lo que considerábamos guay pero han vuelto y ahora todos queremos ser mochileros porque son preciosas y comodísimas.

El brunch. Gracias amigos hipsters por haber importado este nuevo hábito para los fines de semana, el desayuno Vips no era suficiente y ahora podemos hablar de huevos poché y de salsa holandesa sin parecer de otro planeta. Además, ¿no os parece maravilloso empezar el día con un cóctel?

Instagram. Y todos esos filtros y composiciones que nos hacen creer que tenemos un don para la fotografía. De los videos y fotos de gatetes no voy a decir nada porque entro en un bucle de cuquismo loco y no paro.

Las reediciones en vinilo. Bendita moda del vinilo que hace las delicias de los coleccionistas como yo. Casi lloro con la reedición de «La leyenda del tiempo» de Camarón porque soy así y hay que quererme.

Las bicicletas. Aunque yo me ponga muy nerviosa porque en nuestro país la mayoría no circulan como debieran no puedo negar que las considere casi como un síntoma de buena salud para cualquier ciudad.