En el Imperio Romano no había tomates. Sí, pura lógica. El tomate vino de América como todas las cosas buenas: la patata, el cacao y el noveno disco de Chayanne (obviamente es el disco de Salomé, Enamorado y Dejaría todo. ¡OBVIAMENTE!). O sea que cuando me enteré de lo del tomate por un programa de la dos, todos mis sueños se hicieron trizas. Adiós a la fantasía de Calígula nombrando cónsul a su caballo mientras merendaba un trozo de pizza. Y es que la pizza, tal y como nos la trae Domino’s, data del siglo XVII*. Como del siglo XVII parece la anécdota que hoy os vengo a narrar.

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(¡Muy bien hilado, Antía!)

Pues estando yo repantigada en la playa, uno de esos días en que el sol decide darse una vuelta por las costas de Galicia, oí una voz, que a todas luces parecía humana (aunque ella se juzgase divina), desgañitarse desde la otra esquina:

¡Tápate niña!

Aviso a navegantes: Estoy aquí escribiendo un articulito para WeLoversize; ya se puede presuponer que soy jaquetona, feminazi y que tengo aversión a pasarme la cuchilla. Subo la apuesta con dosis alarmantes de exhibicionismo, que como mujer fuerte y segura de si misma, algo así como Chenoa, enseña las tetas a la mínima que se tercie la ocasión. Y ¿me dirás tú? en la playa, en Agosto, se tercia. ¡Vamos que si se tercia! Cierro aviso a navegantes.

Pues claro, considerándome yo una persona harto decente, ni me inmuté ante los alaridos; pero la señora, que a tesón y tenacidad no le ganaba nadie, no cejo en el intento y se envalentonó con un second round al más puro estilo box:

¡Qué te tapes!

En este punto de la historia, no es que yo me hubiese dado por aludida, es que todo aquel que mantuviese intactos el yunque, el estribo y el martillo, se había girado hacia el paseo marítimo para ver tal alegoría de moralidad. Yo ante el asombro, la ingeniudad y el anacronismo de la situación, le pregunté inocente:

¿Me está usted hablando a mí?

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Caí en lo ridículo de la pregunta en el tiempo record de un nanosegundo. Pues claro que es a ti, Antía, hija, que pareces tonta. No ves que eras la única que vas de la guisa de Janet Jackson en la Super Bowl del dos mil cuatro.

¡Claro que es a ti! (me lo veía venir) ¡Tápate, que son feas!

¡Bueno! ¡Eso sí que no! Atacarme por mi nudismo pase, pero decir que Rómulo y Remo son feas…¡ese aro yo no lo cruzo! Ya iba a arremeter como gorda en bufé, como rey en cacería, como pederasta en parroquia, cuando la vieja esteta rauda y veloz me arrebata la palabra:

¡Eres una guarra! ¡No ves que hay niños delante! ¿No te da vergüenza?

tenor

Y ahí, queridas amigas, le solté lo que yo vislumbré como una brillante respuesta:

¡Más vergüenza le dará a sus nietas su actitud!

Sí, bueno, ahora bien pensado tampoco es que fuese la repanocha la contestación pero yo en aquel momento me sentí realizada. Y nos tumbamos, mis tetas y yo, con toda la dignidad que cabe en una toalla. La libertad (por partida doble) guiando al pueblo. Yo era a esa playa lo que Juana de Arco fue a Francia; paladeando ya los vítores y aplausos de la concurrencia y ¿por qué no? una truculenta salida a horcajadas, me di cuenta que había pasado más del tiempo convenido para esperar las alabanzas y se instaló en mí, sin que nadie la descargase, una actualizada vergüenza. Esperé media hora, por eso de disimular mi derrota, y fingiendo que tenía frío recogí mis cosas y tapé mis pezones. Mientras regresaba a la confortabilidad de mi casa no pude evitar pensar en la razón que tenían los Monty Phyton con aquello que decían:

No one expects the Spanish Inquisition.

*Este dato te lo regalo para que cuando hagas match con tu crush os vaya todo hype.

giphy

Autor: Antía.