Soy de la opinión de que un 99% de las mujeres tenemos en mente cómo sería nuestro vestido de novia. O nuestra boda ideal. Incluso aunque pertenezcamos a ese porcentaje, cada vez más amplio, de mujeres que deciden que el matrimonio no es necesario y que se puede vivir una vida plena en la que el amor hacia tu pareja o tus hijos no es en absoluto menor sólo por el hecho de no haber pasado por el altar / ayuntamiento / registro civil. El amor no es más grande, ni más importante, ni mejor sólo porque se proclame delante de 10, 100 o 200 personas, pero yo desde siempre he sido muy fan de las bodas, precisamente porque no estoy convencida de que yo sea carne de boda.

Pero claro, asociamos la palabra BODA a un evento con 200 personas, familiares del pueblo a los que ves una vez cada 4 años (en bodas, bautizos, comuniones y funerales), la liga cortada de la novia, la corbata cortada del novio, el vals (primero con el padre, luego con el marido), la borrachera, la Noche de Bodas (que hace mucho tiempo que ha perdido cualquier sentido) y la Luna de Miel. Encima yo, que soy viajera empedernida, sólo me quedo de todo este magno evento con las palabras LUNA DE MIEL. Y es que cada vez que escucho que alguien se casa, aunque yo no vaya a ir la boda, aunque ni siquiera conozca a esa persona, lo primero que pregunto es dónde van de luna de miel. Y según el destino pienso ‘Meeeeeh, ni de coña’ o ‘You son of a bitch, y yo aquí en Madrid muerta del asco’…

Y es que para mí, por mucho que me encanten, una boda no es lo importante, lo importante es todo lo que viene antes y lo que vendrá después, yo no necesito una boda, no creo siquiera que pudiera soportarlo. Con lo nerviosa que soy, el stress me comería viva y tendría que hacer yoga para relajarme y las únicas veces que he hecho yoga me he estresado muchísimo porque soy hiperactiva mental y no podía dejar de pensar en todas las cosas que tenía que hacer mientras estaba ahí saludando al sol como una imbécil. Además, tengo 0 afán de protagonismo y no podría soportar ser el centro de atención, con mi vestido blanco, mi peinado, mi recién estrenado marido (del que luego nadie recuerda ni el color de la corbata, porque esto es así) y yo ahí histérica, borracha (porque claro, la novia come poco, pero beber seguro que no lo dejaría pasar), posando en fotos en las que salgo fatal porque soy poco fotogénica y me da vergüenza, demostrando mis nulas habilidades como bailarina delante de un montón de gente, y teniendo que prestar atención y dar dos besos a un montón de gente… NOOOOOOO! Soy demasiado rancia para casarme de manera tradicional, pero por suerte tenemos un montón de opciones de bodas alternativas que nada tienen que ver con lo que siempre hemos considerado una boda al uso.

Boda en la playa

Este verano estuve en una boda preciosa, en una playa de agua cristalina y arena blanca en Cerdeña, descalza y con la canción ‘Someone over the rainbow’ de Israel Kamakawiwo’ole sonando mientras la novia caminaba hacia el novio. Si, había muchos invitados (familia y amigos de varios países), si, fue tradicional (aunque por lo civil, no por la iglesia), si, mi amiga C. está vestida de novia en las fotos que los curiosos iban haciendo mientras ella se casaba, pero fue precioso, lo pasamos genial y nadie tuvo que preocuparse de corbatas ni tacones, sólo de comer cosas deliciosas, beber vinos estupendos y bailar hasta bien entrada la noche. Básicamente hasta la hora que los del hotel decidieron apuntar ‘Nota mental: no volver a dejar celebrar bodas a españoles’.

Tú, yo y el paraíso

¿Por qué es más bonito casarse en Madrid y luego irte de Luna de  Miel a Tahiti cuando puedes irte a Tahiti y casarte allí? A mí personalmente no me hace falta más, un vestido mono, un novio maravilloso y un señor tahitiano (o inserte aquí gentilicio del lugar paradisíaco que corresponda) que nos case por el rito que sea, cena para dos y noche de pasión en una habitación flotante con acceso directo al agua. Si necesito testigos estoy segura de que cualquier persona que se hospede en el mismo hotel estará dispuesta a firmar y darle una alegría a una pareja de recién casados.

Lo que pasa en Las Vegas… se queda en Las Vegas

También las bodas, porque eso de casarse en Las Vegas vestidos de Elvis y Marilyn está muy visto pero no sirve para nada más que para pasar un buen rato, echarte unas risas y tener un recuerdo del viaje. Punto extra si lo haces borracho como Ross y Rachel de ‘Friends’. Punto extra si además lo registras al volver a España, porque será la única manera de que esa noche cuente como algo oficial. Llamadme hortera, pero a mi una boda en Las Vegas me parece un puntazo…

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Boda en vaqueros

Mi hermana siempre dice que si ella se casa quiere que todos los invitados vayan en vaqueros. O al menos bastante informales. No hay necesidad de gastarse un pastizal en el vestido de la novia y el traje del novio, de hacer que las invitadas derrochen en un vestido nuevo + peluquería + complementos, al final si quieres casarte es porque quieres proclamar tu amor delante de la gente que te importa, por lo que la forma de vestir debería ser lo de menos. Vaqueros, chinos, vestidos monos, sandalias planas, un jardín, un catering, bebida, comida, música hasta altas horas de la noche… ¿Te suena?, puede ser una noche de verano cualquiera o el día más importante de tu vida.

Boda sorpresa

¿Os ponéis nerviosas cuando tenéis invitados en casa y la cena corre a vuestra cuenta?, no me puedo imaginar entonces lo que tiene que ser preparar una boda. Vestido, lugar de celebración, detalles para los invitados, menú, carta de vinos, música, fotógrafo, decidir quién lee y qué lee, peinado, traje del novio (porque oye, él también está allí), ubicación de los invitados… Muero del stress sólo de pensarlo. Así que ¿por qué no celebrar una boda en la que los invitados no sepan que van a una boda? Si las personas más importantes del mundo (familia + amigos) están dispuestas a seguirte hasta el fin del mundo, seguro que aceptarán la invitación a un evento (cena, cumpleaños, etc.) sin dudarlo. De ahí a aparecer vestida de blanco y traer a un señor que te haga pronunciar el ‘Si quiero’ no hay nada. Menos stress. Misma diversión.

¿Os habéis animado ya a dar un ‘Si quiero’ diferente?