Cuando se le pregunta a alguien por sus aficiones, raro es que entre las respuestas obtenidas no aparezca la de viajar… bueno y la de hacer deporte. No veáis como vende eso de decir que eres un alma viajera y deportiva, aunque luego no lo seas… tanto.

Un buen ejemplo de esto lo encontramos en First Dates. En todas y en cada una de las citas que se emiten sale el tema de los viajes y el deporte.

-¿Y a ti? ¿Te gusta viajar?

-Sí, muchísimo.

En los casi 600 programas que llevan, no hay ni uno de los participantes que haya dicho que no le gusta viajar, así abiertamente. Se puede intuir, pero directamente…poco. Los más humildes lo acompañan con eso de: “Aunque no viajo tanto como me gustaría”. Bueno, algo es algo. Hubo una temporada en la que solo veía First Dates con el objetivo de encontrarme la sorpresa del/la que diga: “No, no me gusta viajar”. Joder, ese es el bueno / esa es la buena, ya solo por sincero/a y único/a. El día que salga, tendríamos que pedir una plaza conmemorativa en su nombre. Ya estoy viendo la placa en mitad de la plaza: “Fulanito/a Talcual, el/la único/a que se atrevió a desafiar a la sociedad con su sinceridad al mostrar su sincera negativa a viajar pudiendo hacerlo”.

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Si Funalito/a existiera, yo aplaudiría su sinceridad y elogiaría su coraje pero también le aconsejaría que viajara. Ala, menudo vuelco han sufrido los acontecimientos.

Veréis, creo que viajar es una de las mejores aficiones que se pueden tener en la vida y si de verdad la practicas, postureos aparte, mejor que mejor. Además tiene beneficios para la salud física y mental, os lo digo por experiencia. Algunos de ellos son:

-Es una buenísima vía de escape. Yo, que tiendo mucho a sentirme estancada, cojo, me procuro una escapadilla y vuelvo nueva. ¿Que a los meses me vuelvo a estancar? Pues sí, pero mira, ya tengo excusa para hacer otro viaje.  Y ojo, no hace falta irse lejos ni gastarse mucho. Creo sinceramente que la distancia no importa y que ningún sitio es igual a otro.

-Es un estupendo despertador. No solo por lo que se viene madrugando en los viajes, que también, sino por cómo despierta la mente. La activación es casi automática cuando se trata de vivir la experiencia viajera y lo mejor es que se suele arrastrar una vez terminada, por lo que el efecto dura para los quehaceres de la vida diaria, aunque sea por unos días. Séneca lo solía definir como un rejuvenecimiento de la mente (claro, por eso viajan tanto los jubilados, no era solo por los  precios que les ofrece el Imserso).

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-Relacionado estrechamente con el punto anterior está su faceta como fuente de inspiración. Cuando te activas durante un viaje, las musas vienen a verte de forma automática. Te sientes el Shakespeare del siglo XXI. Nuevas ideas y sobre todo, nuevas ganas inundan tu mente.

-Además, viajar es didáctico. No veáis lo que se aprende viajando y lo mejor es que te haces más culto sin darte cuenta, solo viviendo la experiencia y disfrutando de ella (ojalá las instituciones educativas funcionaran así, habría menos fracaso escolar). También te haces más valiente ya que seguramente haya que hacer frente a situaciones que saquen de la comodidad y hagan ver que uno es más capaz de hacer cosas de lo que cree. Que vuelves hasta con la autoestima puesta a punto, vaya.

Y para el final, la propiedad más valiosa, aquella que reúne todo lo anterior: viajar es una medicina que cura la mente, pero sobre todo, que cura el alma.

Y bueno, como punto extra (debería ser un extra, también durante el viaje), los viajes son la excusa perfecta para actualizar las redes, fotos de perfil y por supuesto, fardar de ello ;)

Eva Ramírez

@evam_ramirez