– Cagar y que el papel salga limpio. Y si no deja derrapito, mejor que mejor. Un «perfect», que dicen.
– Que te cancelen un plan que no te apetecía un cagao. Un viernes por la noche, de estas que llegas del curro cansadísimo, te tumbas en el sofá con los gatos y has quedado en 1 hora para cenar. No tienes narices de decir nada porque ya has agotado todas las excusas para desquedar y tus amigos te llaman Canceleitor. Pero de repente… PI-PI! «Oye me ha salido un grano en el culo y me duele mil, nos vemos la semana que viene, ¿vale?». Tu respuesta no tarda ni medio segundo «Sin problemas». Pides pizza, esto hay que celebrarlo.
– Cuando te pones a trabajar y te pasan las horas volando. Una de las mejores sensaciones, estás tan enfrascado en tu asunto que cuando te quieres dar cuenta han pasado 6 horas y has adelantado mogollón. WIN.
– El primer sorbo cuando tienes sed. Ya sea de cerveza, agua, o cualquier líquido que te encante. Das un trago tan largo que acabas con la mitad de la bebida.
– Recibir buenas críticas de algo que te importa. Ya sea un texto, una fotografía, un trabajo que has hecho, tu último peinado o tu eyeliner. Da mucha gustera que alguien valore tu trabajo y te lo diga.
– Que tu gato se haga una rosca en tu barriga.
– Conocer a alguien y saber que va a ser tu amichi forever. Es una sensación rara, como un flechazo amoroso pero de amistad. Conoces a alguien con quien compartes mil gustos y aficiones y ya no te separas de él.
– Llegar a la parada del bus/metro y no tener que esperar.
– Entrar en la discoteca/pub y que suene tu canción favorita. Subidón para toda la noche, sin duda.
– Que el eyeliner te salga a la primera. Todas sabemos lo que es tener un mal día con el eyeliner, de esas que empiezas bien con un ojo y acabas pareciendo un mapache.
– Meterte en la cama con las sábanas limpias. Duermes como un bebé y despiertas de buen humor.
– Tener una cita y que el maromo lleve tu perfume favorito.
– Que te guste mucho un vestido y que solo quede tu talla.
– Cuando consigues quitarte un pa’luego que llevabas enganchado horas a tu diente. Qué liberación.
