Sabemos que entre las loversizers hay mucha loca de los animales y, sobre todo, de los perros. Hace un tiempo Ana publicó este post maravilloso y yo me he visto en la obligación de recoger el testigo para seguir enumerando todas esas cositas que nos pasan a las dueñas de perretes.

Utilizas a tu perro como bolsa de agua caliente.

Esos 38,5º de temperatura corporal permanente son la mejor solución a esas siestas de sofá. Si tienes un perrito pequeño adorarás que se haga la rosquita en tu barriga, si el perro es grande meterás tus pies debajo de su cuerpinchi. Felicidad absoluta.

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Cuando te vas de viaje y llamas a casa lo primero que haces es preguntar por tu perro. 

Todos los que convivimos con animales lo hacemos, ¿verdad? ¿VERDAD? Porque todo lo demás es menos importante y ya está.

¿Total look negro? NUNCA MÁIS. 

Como dice Ana en el artículo original: «donde hay pelo hay alegría» y tu mejor amichi será el rollo quitapelusas del Ikea. Por no hablar de que cada vez que pasas la escoba puedes juntar una cantidad de pelos del tamaño de tu perro. Da igual, es amor.

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Sabes que te va a intentar rechupetear las piernas en cuanto te pongas crema hidratante. 

Y te da como grima y gustito al mismo tiempo.

Tienes un fiel pinche de cocina y una aspiradora ideal para recoger migas. 

La cara de tu perro mientras preparas un cocido es el éxtasis total. La cara de tu perro mientras estás comiendo, pendiente de que se caiga la miga más ínfima, no tiene precio.

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La fiesta de llegar a casa es lo que más te apetece del mundo.

¿Hay algo mejor? Ya os digo yo que no. Y da igual si te has ido una hora o 4 días, nadie te va a recibir con tanta alegría.

Comer yogurt es mucho más divertido. 

Porque sabes que le vas a dar los restos a tu fiel compañero peludo y que se va a poner muy contento. Es más, compras los yogures en función de cuales son sus favoritos.

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Las bolsas para recoger caca se multiplican en tus bolsillos. 

No sabes cómo, pero cojas el abrigo que cojas está lleno de bolsas. Con los bolsos pasa igual. Pero son un poco como las dependientas del El Corte Inglés: cuando las necesitas no tienes ni una. Y ahí estás tu mirando a tu alrededor con cara de pavor e intentando recoger la caca con una hoja o lo que sea.

Tu perro te habla a su manera y tú le entiendes. 

Conoces todos sus gestos, sabes cuando quiere jugar, cuando ha terminado de comer y quiere su premio, cuando se acerca la hora de salir de paseo, cuando está estresado… lo sabes TODO (menos cuando le duele algo y entonces desearías que supiera hablar y te dijera qué le pasa). Y tu perrinchi también lo sabe todo de ti. Es una relación de comunicación simbiótica MARAVILLOSA.

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Tienes IG en parte por los perretes.

No es solo que tu Instagram le pertenezca a tu perro, es que sigues a todos los perros instragramers que te encuentras y emites sonidos de amor con cada actualización. Incluso tienes a tu favorito, en mi caso @dailysammy