Cada día estoy más convencida de esa frase que dice “más vale quedarse para vestir santos que para desvestir gilipollas” ¿Por qué? Pues porque me voy dando cuenta que los hombres se han vuelto locos.  Sí sí, que no les rige bien el coco a los pobres.

¿Habéis ido a una discoteca últimamente? Nunca el dicho “Todos los hombres son iguales” había sido tan cierto. ¡¡Todos!! No se salva ni uno, todos llevan el mismo peinado, la misma ropa, ¡¡las mismas barbas que odio!!

Sí, soy una mujer antibarbas, ¿Qué se le va a hacer? Para gustos colores, para olores flores y para matar mi libido, barbas. No entiendo qué tienen de atractivos los pelos en la cara. Vale, quizás unos pocos de unos días que le den al susodicho un aire interesante cruce de desaliñado con galán de culebrón, lo podría soportar. Pero esas barbas que les hacen parecen náufragos recién rescatados, ¡eso no! STOP BARBAS.

¿Qué otra cosa hace descender mis ganas de folleteo hasta menos dos? ¡Los metrosexuales! Ojo, una cosa es ir bien aseado y arreglado y otra muy distinta es que siempre lleguen tarde porque están planchándose el flequillo, poniéndose contorno de ojos, arreglándose la barba…¿ves? Si no la llevaran ese tiempo que se ahorrarían. Lo siento, seré muy extraña pero no puedo soportar quedar con un tío y que lleve las cejas y la piernas mejor depiladas que yo.  ¡Anda, hoy no mojas, por metro sexual extremo!.

Otra cosa que me corta el rollo es un hombre que no sepa mantener una conversación inteligente. “¿Oye qué piensas de la posibilidad de que haya nuevas elecciones?” “Rajoy es idiota” ¡Y tú también, no te fastidia! Menudo argumento de patio de colegio.

Ojo, no hablo aquí del nivel de estudios, que eso no tiene porque influir, eso no es algo que nos defina para bien ni para mal. Que hay muchos tontos con carrera y listos que no han pisado la universidad.  Hablo de poder mantener una conversación que vaya más allá de las horas que pasa en el gimnasio o lo cara que está la ropa de verano. ¿Hola? No pedimos tanto: comprensión, fidelidad, cariño, conversación y no barba.

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Sin duda otra de las cosas, querido amigo hombre, que te pueden hacer irte a tu casa con un buen calentón es el hecho de pedir a una mujer que adelgace.  Te pongo en situación: Estáis cenando, ella picotea un poco de pan mientras esperáis que os traigan la bebida y tu cara se arruga, ¡¡no, no, no!! ¿Te crees que no te ha visto? Pues sí, pero bueno, esta te la deja pasar, pero llega la hora de pedir la comida y a ella, que posiblemente ya lleva toda la semana a lechuga y agua, no le apetece comer sano esa noche, ¡de eso nada!. Así que esta vez sí que te planta la mosca: “¿Tienes algún problema”? – “No deberías pedir pizza, se te va a ir toda a las caderas, podría recomendarte un dietista que….” y ¡zas! Te quedas hablando solo después de recibir (en el mejor de los casos) un servilletazo en toda la cara.

Esa creencia popular que existe de que los hombres siempre están dispuestos para el sexo pero las mujeres no, ¡es mentira! Nosotras también queremos, solo que a veces ellos nos hacen echarnos atrás.

Estas son algunas de las cosas que hacen que como mujer, pierda todo el interés en un hombre como futuro amante. ¿Habéis tomado nota?

Zeneida Miranda