Amig@s… Creo que soy foodie.

Y ya me adelanto a los iluminatti para confirmar que sí, estas lorzas no son gestacionales, son de comer (concretamente de comer más cosiñas insanas de las que debo). Pero ser de buen comer no significa que un@ se coma piedras del río y diga que están que te cagas. No. Ser de buen comer significa que valoras lo que comes.

Si nos ponemos a analizar la palabra foodie (en mi inglés de chichiflín) encontramos FOOD=COMIDA y IE: amante de. Vale, os he descubierto la polvora ¿a que si?

NOTA:

Si eres tan friki de la gastronomía como yo, estarás harto de leer (y ver) a Mikel Iturriaga en el Comidista (que ojo, es la traducción cervantina de Foodie). Si no sabes de que te hablo… Google resolverá todas tus dudas y te darás una alegría para las papilas (prepara babero para salivar). Además de ser una web completísima con mil recetas y estudios de mercado sobre que producto es mejor en catas a ciegas,  también tiene artículos de opinión que para mi son como la biblia.

En esa web hará unos meses publicaban un artículo sobre los “haters gastronómicos” que se trata de peña que se dedica a ir a restaurantes y a poner críticas CERO constructivas sobre la cocina que UN PROFESIONAL ha cocinado. Y si, suelen ir a restaurantes de esos “guays” de platos de tamaño de cestos y comida minimalista. De esos en los que te dejas un hígado y al salir paras en el Mc Auto.

El tema es que ser de buen comer significa VALORAR LA COMIDA. Mi madre dice que desde que nací tuve el morro fino pero yo creo que no, que el morro se educa. Y es que tú cuando comes unas lentejas de tu abuela sabes perfectamente que eso son unas señoras lentejas y no las que vienen enlatadas. ¿O me equivoco?

Yo (que será que soy de pueblo) prefiero un buen pan de hogaza hecho con masa madre que una baguette del super. Dame unos buenos huevos fritos caseros con sus patatas de la huerta y huevos de gallina que campa a sus anchas comiendo bichitos y no una esferificación. O como decía Elena hará unas semanas: un simple tomate que sepa a tomate, que se note que le ha dado el sol y que ha sido regado con mimo. Eso es para mi ser foodie.

El buen comer también entiende de refinamientos ¿eh? pero sin volvernos locos. No necesitamos 10 cubiertos, ni 5 copas, ni tampoco necesito que me sirvan una muestra de abadejo del tamaño de un sello postal en una campana con humo mientras el maitre hace una voltereta con los ojos cerrados. NO. Saber comer es también valorar “el producto” que dicen en MasterChef. Si algo está bueno de por si ¿Por qué darle mil vueltas? Vuelvo al ejemplo de las abuelas, las madres, los padres… todos aquellos cocinillas que bordan un plato estrella. Focalízalo. ¿Tú crees que es necesario que la paella que hace tu santo padre los domingos (y que le sale de escándalo) necesita ser remasterizada y hacerse con espumas y las de Dios es Cristo? No. Pues eso.

Y es que parece que ser foodie es la rehostia y super chic… cuando  sinceramente, en mi pueblo, no deja de ser ir de tapeo y decir si un pintxo te ha gustado más que otro y  que queréis que os diga… yo soy más simple que el mecanismo de un botijo.