Me pongo roja desde siempre. Roja a niveles absurdos. Roja por cualquier cosa. A veces con motivos y de repente roja de 0 a 100 sin venir a cuento.

Todos los que sufrimos este drama pasamos vergüenza a cascoporro. Primero pasamos vergüenza por el hecho en cuestión que nos ha hecho poneros rojos. Por ejemplo: te presentan al guapazo de turno, le das dos besos, te mira, te sonríe y tachán!! ¡¡Roja!!

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Empiezas a notar como olas de fuego se elevan desde el pecho hasta la barbilla, como tus sonrosadas mejillas se tornan rojo pasión, al tiempo que tus orejas se iluminan cual árbol de navidad. Así que a medida que notas el calorcito en los mofletes, te mures de vergüenza y te pones más roja aún.

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Y es entonces cuando llega la amiga idiota de turno, que te suelta delante de todos: ¡¡Te has puesto roja!! Y tú ya lo sabes, copón. Pero sin poder hacer nada para evitar el suicidio social, y sin saber cómo tu cara puede aguantar un tono Pantone más rojo todavía, te pones un poco más granate cercano a la ebullición.

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Pero los que vivimos bajo el yugo del rubor, estamos de suerte.

Según han explicado un equipo de investigadores a la BBC Future «el enrojecimiento facial es un atractivo sexual para aquellos que están buscando una pareja a largo plazo. Para tener una aventura nos fijamos en gente que actúa con más confianza, pero cuando buscamos relaciones largas preferimos aquellos que dan más muestras de sinceridad”.

Ponerse rojo es tierno, nos convierte en personas adorables y achuchables, así que punto para el # RedTeam

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En la cantidad de situaciones vitales en las que me pongo roja, otra de las habituales son las reuniones de trabajo. Estoy súper tranquila escuchando el discurso empresarial, cuando me toca intervenir. Sin poder controlarlo empiezo a notar que mis mejillas lucen cual Heidi corriendo por los Alpes. Mierda! Quiero morir ya y que me entierren con mucho hielo en los mofletes.

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Pues bien, a pesar del mal trago que supone el Modo Tomate On, según estos investigadores «El rubor no se puede falsificar, es una de las pocas señales de honestidad en la que podemos confiar sin sospechar».

Por lo que según sus últimos estudios, las personas que nos sonrojamos parecemos menos egoístas y más honestas; y por ello contamos con una ventaja laboral superior. Punto para el #ReadTeam!!

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En “el diario de una chica que se pone roja por todo” me sorprendo a mí misma poniéndome bermellón cuando  alguien me felicita por mis logros, da igual que sea por mail, por teléfono o por señales de humo. Me pongo roja como si hubiera corrido la Maratón de Nueva York. Cómo es posible? Si mi interlocutor ni siquiera me ve la cara! Los rojizos por naturaleza nos sonrojamos cuando nos alaban.

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Es una manera de demostrar que queremos evitar tanta atención y nos sentimos incómodos por recibir tal reconocimiento. Así que la gente nos quiere mucho por lo monos que somos y nos quieren adoptar, aunque seamos como un Gusiluz andante. #ReadTeam for President!

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Así que a partir de ahora, carillos carmesí del mundo, antes de avergonzaros por esas mejillas traicioneras, de querer reprimir vuestro fuego interno, valorar esa característica tan única, tan vuestra, como lo más bonito que le estáis regalando al mundo. Ponerse rojo es bien.