Hoy un tío me ha silbado por la calle y no me ha hecho ni puta gracia. Más que alabada, me he sentido ofendida.

Somos muchas, demasiadas, las que sufrimos acoso en plena calle. Hoy le ha tocado el turno al que silba, ayer fue un “vaya culo” y mañana será cualquier otra barbaridad en un tono asqueroso, nada más lejos del morbo.

No alcanzo a entender qué es lo que ganan con esto. O, mejor dicho, no lo quiero entender. Mi yo interno se niega a aceptar que estos comentarios tengan el propósito de humillar, hacer daño y menospreciar. Incluso llegué a pensar que querían ligar, pero no sabían como. A los dos minutos eché el freno y me dije a mí misma: “no seas tonta, un tío que te quiere poner fina filipina conocer no te babosea con la mirada, ni disfruta con tu cara de tierra trágame y escúpeme en un mundo libre de machismo”. 28ae31d360098dd9c5a4b149661ad9ca

Un hombre que quiere algo contigo te respeta, no te avergüenza. Te piropea, no se burla. Que sí, que un día salimos de casa divinas de la muerte y es imposible que los ojos se posen en una. Está bien. Ahora, ¿y esos días en los que vas hecha una adefesio? ¿Y esas situaciones en las que un “señor” cruza la acera al verte sola y dispara por esa boca lo primero que se le viene a la mente? Llámenme loca pero NO lo entiendo.

El tío después de todo el seguirá su camino, como si no pasara nada, todo muy NORMAL. Mientras tú te quedas con cara de póker sin saber reaccionar. Y con las ganas de querer pasear tranquila, en calma… Con el ansia de ser una chica que camine libre.

 

Autor: Sara trejo.