Sabemos que el placer se encuentra en las pequeñas cosas, sobre todo porque en ellas una puede experimentar un orgasmo fácilmente sin necesidad de recurrir al sexo. Hay situaciones cotidianas que, por el alivio que se siente cuando terminan, porque solo se experimentan en contadas ocasiones o porque son»peligrosas», podemos llegar a rozar el cielo con las manos:

Meterte en la ducha y sentir el agua caliente sobre tu piel.

Hay días en los que arrastras el cansancio desde que suena el despertador, has tenido un mal día o has estado trabajando sin descanso tres días en casa  y no te has dado cuenta de que hace tiempo dejaste de oler como un ser humano. Cuando decides que lo mejor que puedes hacer es ducharte, dejas la ropa tirada por el suelo, cierras la mampara, abres el grifo del agua caliente y oooooh, sí pequeña.

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Descalzarte

Todas conocemos la sensación de quitarnos esos zapatos preciosos pero que nos hacen un daño horrible o esos tacones no aptos para las que tienen vértigo. Ese instante en el que te descalzas y notas cómo tus pies doloridos sienten el aire fresco. Ese momento….

 

Que te den un masaje

Pero de los buenos, de los que al acabar no sabes donde estás y solo quieres quedarte quieta porque sabes que tus piernas aún tiemblan de placer.

Desabrocharte el sujetador

Llevas todo el día que no consigues colocártelo sin que te moleste, notas como te presionan los pechos hasta que llegas a casa y… Exacto, puro placer. Confieso que en alguna ocasión no he esperado a llegar a casa: gracias a mis pechos pequeños he podido desabrochármelo en mitad de un bar y disfrutar de un mini orgasmo sin que nadie se enterara…o eso creo.

Comprar por comprar, aun sabiendo que no deberías

Consumir tiene un efecto placentero ¿verdad? Sobre todo cuando el dinero escasea y sabes que sería mejor ahorrar. Pero a todas nos va el riesgo y total, por una vez… Yo reconozco que como amante de los libros, comprar aunque solo sea uno al mes me produce bastante gustirrrinín. Luego es llegar a casa, sentarte en el sillón, abrirlo, olerlo….

Decir algo que nadie más sabe

A todos nos ha pasado estar en un grupo en el que se habla de un tema que uno no controla o que tenemos al lado al listillo de turno cuya única diversión es demostrar que tú no sabes nada y él todo. Pero ¡Ay amigos! siempre surge esa oportunidad que buscabas, ESA en la que por fin puedes dar un dato que nadie más sabe o que corriges a ese maldito sabiondo. Esa sensación de chúpate esa, yo lo sé y tú no no me digáis que no es placentera.

Sentarte en una terraza y pegarle un buen trago a la cerveza

Tras un día horrible y caluroso, te sientas con tus amigos en una terraza, te repantingas en la silla y das el primer trago de cerveza. Sin darte cuenta lanzas un gemido que hace sacar los colores a tus amigos, pero te da igual porque la cerveza te hace sentir lo que otros no pueden.

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Comer algo que hacía siglos que no comías

Hay platos que, si por ti fuera, comerías cada segundo de tu vida porque te producen más placer que muchos polvos. No es necesario que la comida sea una delicatessen, de hecho, la que más nos gusta es la más guarra, esa que hay que comer con cuentagotas. Por eso cuando pides un muffin chocolate -o una pizza, o comida china o un litro de helado de chocolate-, lo abres y descubres que está relleno  de chocolate fundido y se expande por el plato y untas con el dedo esa crema y te la metes en la boca lentamente y….señoritas, os dejo porque esto es algo entre el muffin y yo.