Es por todos conocido que existen personas con complejo de protagonistas de culebrón. Ese tipo de gente, que aspira a ser el muerto en el entierro, la novia en la boda y el niño en el bautizo, viven a la caza y captura de momentos en los que puedan brillar en todo su esplendor, destacar y ser el epicentro de las vidas ajenas, porque está claro que en las suyas han alcanzado el cénit máximo del éxito (ironía modo on)

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Hoy en día, con la revolución de las redes sociales, este tipo de gente ha evolucionado, y más que buscar el protagonismo, se sienten juzgados con cada inocente post o estado de whatsapp que otros ponen. Todo va por ellos, se refiere a ellos y gira alrededor de sus ombligos. No se puede escapar, porque no dejarán una sola coma de todo cuanto escribas sin revisar.

Son los que denominaremos: los eternos aludidos.

Personas de todas las edades, razas, sexos, condiciones sociales, ideologías políticas y preferencias sexuales que se caracterizan por tener una única cosa en común, el creer que siempre se está hablando de ellos.

¡Qué hartura, señor mío!

Seguro que os ha pasado eso de tener el día reflexivo, oír una canción de Alejandro Sanz con mensaje chulo o simplemente, apetecerte hacerte la guachi en el mundo online colgando algún estado de Facebook lapidario, ese tipo de frases que da al mundo entero por pensar que vas a hacer un cambio brutal en tu vida, que algo gordo ha pasado o que estás tramando alguna cosa que no te da la gana desvelar para hacerte aún más la interesante.

A veces basta con que sean solo unas pocas palabras, cosas como «a la expectativa», «buscando» o «pensando en mí», darán para trilogías en las mentes come cocos de la peña. Tendrás la atención puesta en ti y a la gente rompiéndose la cabeza intentando adivinar de qué vas.

Entonces… llega el eterno aludido o aludida. La persona que, por la cara, postea en tu maravilloso mensaje (revisado y analizado para no postear erratas) y atreviéndose a crear debate, hace LA PREGUNTA:

¿Eso va por mí?

Aquí se pueden tomar dos caminos… o bien ignorar al tipo o tipa, cagándote por dentro en su persona por haberte jodido la reflexión, o responder con un conciso mensaje tipo, normalmente buenrollero y políticamente correcto, que aspira a dar por terminada la tertulia.

-Qué va, es una canción.

-No va por nadie, cosas que pienso.

-Jajaja, no, no (hijodeputa…)

-Reflexiones sin más.

Dicho lo cual, la cosa debería morir por sí sola, ¿verdad? PUES NO. Porque el eterno aludido es una persona perseverante, que se aferra a sus ideas y no las suelta ni regándolo con oro derretido a mil grados tipo Khal Drogo, él insiste, porque está seguro que detrás de tu frase se esconde algo, una culpabilidad latente hacia su persona, un castigo verbal que no le has dicho a la cara o, válgame el Señor, una pulla pública que le hará quedar como el culo ante todos los demás avispadillos que se den cuenta.

Así que sigue, y te pregunta si estás segura, si no te pasa nada, si no necesitas hablar de lo que sea. Porque ojo, él o ella está ahí para ti, no vayas a pensar que por haber posteado «en busca de nuevos horizontes» de forma tan bucólica, el aludido no se ha dado cuenta de que te referías, en realidad, a que quieres cambiar de amigos porque los que tienes te han decepcionado.

Lo sabe. Siempre lo sabe. Y quiere que se lo cuentes.

¿Es por lo del otro día? ¿Por lo que aquel te dijo que le dije que me habías dicho? ¿Eh? ¿Eh?

Tú, flipada y echa un basilisco, asistes a todas esas respuestas anidadas fraguadas por el aludido donde, poco a poco y animados por la rapiña que se huele a lo lejos, empiezan a participar otros contactos. Gente que opina y pregunta que planes son esos, qué cambios harás, adónde te vas o dónde narices has dormido la noche anterior, (porque ya que estamos…)

El eterno aludido vivirá para que no puedas poner tus pensamientos e ideas en tu muro de forma segura y tranquila. Te acosará a mensajes privados cuando tu foto de whatsapp sea una puesta de sol, una sombra reflejada en un muro o el perfil de tu mano volando fuera de la ventanilla del coche. Lo hará en público, obligándote a dar explicaciones, y también a título personal, por joderte en todo ámbito sin discriminar.

Esa persona, que normalmente no te ha hecho nada reseñable porque, admitámoslo, tampoco suele ser de las que encabezan el top de tu vida, buscará sacar provecho y hacerse notar en un mensaje y momento que solo te pertenecía a ti. ¿Por qué? Los estudiosos de la Universidad de Ohio no terminan de ponerse de acuerdo en un diagnóstico, de modo que desde aquí, no tenemos respuesta.

Todos hemos sufrido alguna vez este mal, así que levanta bien la cabeza y cuando las redes te pregunten qué estás pensando, no te cortes. Sé todo lo ambigua que quieras y puedas en 140 caracteres y usa los emojis más confusos que encuentres. Siéntete libre de hacerte la intensa al máximo, Paulo Coelho tendrá que dejar de ser Trending algún día, ¡quizá tú puedas sustituirle!

Y ya que estamos, si estás inspirada y quieres llevar al aludido a tu terreno, responde a su eterna pregunta con un »aquí no. Duele demasiado» y ya tendrás telenovela montada.

Este verano, sé solidario en tus publicaciones, da a los eternos aludidos algo que tenga que ver con ellos. Ayúdales a sentirse importantes.

Sí, me refería a ti.

Y de paso, échate unas risas.