Eso es lo que piensas cuando te vas con tu madre de compras o, peor, ella tire de ti con la oreja enganchada entre los dedos porque tú pasas de irte con ella. Está bien, en parte, porque ella es la que paga pero, ¿qué pasa cuando tu madre y tú no estáis de acuerdo con la ropa?

Yo he tenido discusiones de tamaños enormes sólo porque he visto algo que me gusta pero que no queda bien con mi talla.

Ves la prenda en cuestión, la miras, te miras, las miraditas típicas de deseo que no se las pones ni a tu pareja/follamigo/rollito estando más caliente que la estufa en invierno; la observas, te acercas deseando que tu madre no se fije en que te gusta porque va a sacarle más faltas que cuando comes lo que te sale del ovario; te medio escondes de tu progenitora deseando, por todos los medios, que su radar no salte mientras vas a probarte esa prenda que quizá no te quede bien pero que estás deseando ponerte.

giphy

¡MAU, MAU, MAU!

Tu madre sale de detrás de la percha de al lado y mira la prenda con desdén.

-¿En serio te vas a poner esto?

Señora madre, no me lo cojo porque vaya a robarlo ni por aumentar el número de prendas en el probador; hay amor entre la prenda y yo que tú no comprendes. Por supuesto, ella la alza y la revisa.

-En vez ponerte esto, que te engorda -ahí va el comentario simpático de madre-, pruébate esto.

Te saca una camisa floreada, con cuello redondo, que casi podría ser sacado del baúl de la yaya porque es una blusa que está pensada para que quede colgando alrededor de tu cuerpo pero sin que llegue a tocarlo para aparentar el hecho de que tienes lorzas. Como buena veinteañera, te agarras con fuerza a la prenda que te ha lanzado miraditas e intentas evitar lanzar una mirada a lo que propone tu madre con total convencimiento. Haces una pequeña carrera a los probadores antes de que tu madre se interponga, para probártelo, sólo por el placer de hacerlo; la prenda te queda más bien como una butifarra y has cogido una L. Quieres huir de la tienda en cuestión, encerrarte en casa y comerte un kilo de helado porque es amor no correspondido.

Al rato llega tu madre, con una bolsa a reventar y te dice:

-Mira lo que te he comprado.

giphy (1)

Y sí, saca la camisa de abuela octogenaria que ni mi abuela de 91 años se pondría por hortera, sonríes con desdén y deseas esconderla al final del cajón para que no salga hasta que tengas la edad de tu madre para ponértela sobre los hombros sin parecer que vas hecha una facha.

 Autor: Lara Alonso