Esta no es una lista de juguetes cualquiera…es MI lista de juguetes top.

Este artículo no pretende ser la típica cursilada que tire de nostalgia pesada, pero probablemente acabe siéndolo. Me disculpo de antemano. Yo no fui a EGB, fui la primera generación de «LAESO» (me encanta decirlo así, todojunto) y lo único que quiero es hablar de los juguetes que marcaron mi infancia ahora que se acerca la noche de reyes y podemos permitirnos ponernos un poco moñas.

Atmosfear. Era todavía mejor que intentar invocar al espíritu de Kurt Cobain con una ouija de papel con tus amigas en el recreo. Esto suponía una experiencia total: UN JUEGO DE MESA CON UN VHS EN EL QUE SALÍA UN SEÑOR QUE DABA MUCHO MIEDO. ¡Vamos ya!

Game Boy. ¡Oh, adorada Game Boy! Nos llevamos las manos a la cabeza con eso del Candy Crush y derivados, pero ¿cuántas horas de mi infancia habré invertido en intentar batir mi propio record en el Tetris? Gracias a eso he desarrollado una capacidad majísima para llenar el maletero del coche (¡Cuñaaaaaaaao!). Años más tarde llegó la Super Nintendo con el juego de Aladdín y el mundo se convirtió en un lugar mejor.

gameboy

Robot Emilio (¡Felicidades!). Una vez tuve un compañero de clase que decía tener uno y nos miraba por encima del hombro. Es que a ver, tener un robot siempre ha sido un must.

Agenda Electrónica Casio Club c-200. Los que la portaban eran «los elegidos», pero probablemente ninguno supo usarla bien del todo. Los inflarrojos como método de transmisión de datos para un WhatsApp arcaico, nunca funcionaron bien del todo…

Polly Pocket. No he jugado con muñecas en mi vida y menos aún con Barbies (solo tenía a la Bella y la Bestia en formato Barbie y los tenía casi de decoración porque mi toc con lo cuquis viene de lejos), pero las cajitas de Polly Pocket eran tan, tan, TAN bonitas que no lo podía evitar. Recuerdo con especial cariño una en forma de concha (insertar aquí millones de corazones).

polly pocket

Radio casette con grabadora. Hubo un tiempo en el que me creía la reportera más dicharachera y hacía entrevistas locas a mi familia. Otras veces me grababa cantando canciones de Hombres G como una loca. Todo muy naïf y muy bonico.

Mediterráneo, juguetes para compartir. Una de las grandes frustraciones de mi infancia (y me consta que no soy la única) es que año tras año ponía en mi lista de navidad el puñetero Choconova y NUNCA me lo regalaron. Estoy convencida de que por gorda. ¡Hum!

Línea Directa. Que sí, que es un juego sexista que reproduce falsos mitos del amor romántico, pero es un guilty pleasure total. Ese teléfono rosa me volvía loca. Aún hoy fantaseo con la idea de jugar borracha y en esquijama.

LineaDirecta

Quién es quién? Ese juego en el que todos los personajes tienen pinta de asesinos a sueldo en potencia. ¿Tiene el pelo naranja? No. Es uno de los primeros juegos de mesa que recuerdo en mi vida, solo por eso es merecedor de estar en esta lista.

Tamagotchi. Si nos paramos a pensarlo no había entretenimiento más absurdo: alimentar, cuidar y limpiar (lo más guay era cuando había caquitas y el bicho ponía cara de enfermo) a un ser virtual. Pero conquistó a toda una generación. Admito que soy reincidente: además del infantil, compartí uno con mi compañera de piso allá por tercero de carrera. Hay que quererme, incluso entregada al capitalismo más absurdo.

tamagotchi

¿Cuál es la vuestra? Disfrutad mucho de la Noche de Reyes, es mi noche favorita del año (y eso que soy el Grinch).