Menudo cabreo me he agarrado hoy viendo el Chester de Risto. Resulta que Mercedes Milá le ha dicho a un profesor universitario de biotecnología poco menos que de enzimas no puede hablar porque está gordo.

Y resulta que además ese profesor universitario al que supuestamente le sobran centímetros de cintura para hablar de enzimas tiene una hija de 13 años.
Me he indignado, y le he escrito esto:

Querida adolescente;

Quédate tranquila, el tamaño de la cintura de tu padre no define su valía profesional.  Resulta que en este país la titulación y la carrera profesional te las da estudiar, pasar tus exámenes y muchas horas de trabajar.

Ya lo sé, ayer escuchaste en Cuatro en el programa de Risto Mejide a una señora que es famosa y periodista decir que si tienes la cintura más allá de un tamaño que no puedes opinar de enzimas, pasando por alto que hablaba con un profesor de biotecnología. Pero mira, que creo que es la misma persona que dijo que Gran Hermano era un experimento sociológico.

Yo creo que a un profesor como José Miguel Mulet,  licenciado en química y doctor en bioquímica y biología molecular por la Universidad de Valencia; profesor de biotecnología en la Universidad Politécnica de Valencia y que dirige una línea de investigación en el Instituto de Biología Molecular y Celular, no  le discuto de enzimas.

Resulta que  también dirige un master de Biotecnología Molecular y que  en su faceta de divulgador científico, ha publicado varios libros: Los productos naturales ¡vaya timo!, Comer sin miedo (Premio Prismas 2014 al mejor libro de ciencia editado en castellano) y Medicina sin engaños. Además, es autor de la sección «Ciencia sin ficción» en El País Semanal y del blog Tomates con genes que además de riguroso es fácil de leer y divertido.

Seguro que es una persona con la que se pueden tener debates interesantísimos, y seguro que no le importa confrontar sus ideas con personas que no piensan como él. Y seguro que estaba preparado para afrontar las creencias diferentes de otra persona y rebatirlas con respeto. Pero la respuesta a su intervención fue que como su tamaño de cintura no encaja con lo que esa persona considera salud ( cuantas personas con vocación por la medicina hay por el mundo, ¡qué cruz!) ya nada importaba. Eso se llama gordofobia y no está bien.

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A mí lo que me preocupa es  que tú y tu generación penséis que la profesionalidad se va a medir en centímetros de cintura o en talla de vaqueros. Y que pensando en eso dediquéis más tiempo a mediros la cintura que a estudiar y a disfrutar de la vida. Porque después llegas a los exámenes y yo nunca me he encontrado a ninguna profesora ni profesor metro en mano midiéndole la cintura a nadie. Seré yo que soy rara, que igual. Yo los únicos exámenes que he aprobado sudando son los de educación física. Para el resto he utilizado una combinación de subrayadores, esquemas, chocolate, trabajo en grupo, horas sin dormir, risas con amigos, mimos de mi familia y café. Mucho café.

Y si tu eres esa adolescente de trece años de cuyo padre estamos hablando hoy aquí, siéntete orgullosa de él. No solo tiene un currículum impresionante, es que además ha sido admirablemente educado. ¡Tienes un gran ejemplo a seguir!

Carme Casado