Porque sí, porque es una mierda, porque si para las que no tenemos una 38 ir a comprar ropa se convierte en un calvario, si encima en cada tienda usas una talla, esto ya es una juerga que ni las que se monta Pocholo.

Ir de tiendas es lo más parecido a una jungla que tenemos en las ciudades. Si encima tallas de una 46 para arriba, ríase usted de las andanzas de Tarzán.

Lo primero que hay que señalar es que las tallas superiores a la 42 brillan por su ausencia en la mayoría de sitios, no hablo de Inditex, que ya sabemos que para el Señor Ortega ni si quiera existen. Me refiero a sitios donde sí las comercializan, pero en su infinita inteligencia, de cada modelo a lo mejor traen 2 prendas de cada talla “grande”. Entonces tú llegas a comprar y hay como dieciocho pantalones de la talla 34, catorce de la 36, once de la 38, dos de la 40 y uno de la 42. Si tienes mucha suerte, a lo mejor queda una 48 por ahí suelta, o quizá una 44. Sabéis de lo que hablo, ¿a que sí? Como si las que tenemos ciertas tallas no tuviéramos derecho a vestirnos y fuéramos sólo dos o tres las que estamos en esa situación, cuando es de sobra sabido que es más bien al contrario.

Bien, superado este tramo de la frustración de las cantidades que piden de cada talla, pasamos al siguiente nivel. Cuando vas cargadita de ropa al probador pensando que entre tanta cosa como llevas algo te entrará y encima te quedará bien, y entras y te pruebas cada cosa y ves que aquello es un desastre, te vas desmotivando, se te quitan las ganas de comprar y sólo quieres irte a casa, sentarte en el sofá e hincharte a palomitas mientras ves una peli de esas de las de llorar. Pero no, porque hoy es tu día de compras, y no puedes tirar la toalla tan pronto. Así que sigues intentándolo. Vas a otra tienda, vuelves a realizar la misma operación, y entonces sí, encuentras ese pantalón que tanto deseabas, sabes que es tu talla, te queda de maravilla, y memorizas ese número como si fuera tu fecha de nacimiento. Ya no te pillan más. Voy a buscar más modelos con la misma talla, alguno habrá. Y los hay, con la misma talla. Sólo que si tú te acabas de probar una 46 y te queda de maravilla, resulta que del modelo de al lado, la 46 no le cabe ni a tu Barbie.

Sí señores, así es. Seguimos en la misma tienda, y de un modelo a otro, las tallas ya no son iguales. Por no hablar de tiendas diferentes, que lo que aquí es una 46, allí igual ni existe porque sería una 50, y si lo que buscas es una 40, que sepas que allí será una 44. Y así funciona el mercado, a las mil maravillas. Una ya no sabe qué talla usa, no sabe si es que paseando los 10 metros que separan ambas tiendas has engordado las tallas que hay de diferencia porque en ese momento el aire estaba muy cargado, o si es que los fabricantes no saben hacer la o con un canuto. ¿Tanto es pedir una guía de tallas igual para todos los sitios? Ya no pido el imposible de que se comercialice con más de la 42 en todas partes, porque sé que eso no va a pasar, al menos mientras Inditex lleve la voz cantante, pero qué menos que si aquí una 48 me está maravillosamente, allí una 48, por lo menos, me entre.

Pero en fin, de sueños también se vive, o eso dicen, porque yo creo que más bien nos toca morirnos del asco mientras nos pintamos las rayas en la cara, nos calzamos los zapatos de guerra y nos dirigimos a pasar una “agradable tarde de tiendas”.

Vanesa C.

 

Foto destacada.