Voy en el metro. Delante de mí hay un hombre que no deja de mirarme todo el tiempo. Antes de bajarse en la siguiente estación, justo antes de abrir la puerta, se acerca a mí y me dice una obscenidad al oído.

Camino por la calle, llego tarde (como siempre) así que (como siempre) voy rápido. Me paro en un cruce y un hombre al pasar me dice sonriendo un “Guapa, preciosa”  (o un “qué rica”, “buenísima”, me da igual).  Lo dice bien alto para que yo le escuche. También para que le escuche el par de hombres que le acompañan.

Seguro que a ti te ha pasado. Recuérdalo. ¿Cómo te sientes después de ese momento? ¿Qué es lo que piensas? ¿Qué quieres hacer?

 “Sólo es un guapa”, dirán algunos. No, no sólo es un guapa. Creo que todas las mujeres hemos pasado por esto  en algún momento. Todavía recuerdo la primera vez que un hombre me dijo algo así por la calle. ¿Qué edad tenía? ¿Trece? ¿Catorce años? Iba con mi madre y un hombre se refirió a mí de esta forma. Para él ya era un “ser sexual”, un objeto al que podía alabar porque me veía “digna” de ello. Así que no, creo que no sólo es un guapa.  ¿Qué es lo que quiere? ¿Quiere que me sienta bien porque un macho como él me considera atractiva? ¿Quiere que sepa que tiene autoridad para poder catalogar mi físico porque tiene pene?

A raíz de esto (y mucho más) ha surgido Las hijas de la violencia, un colectivo de arte feminista que llegaron a mí, y a muchísima más gente, a través de un vídeo en Facebook.

Desde México Las hijas de la violencia responden al acoso callejero a través de punk  y pistolas de confeti. Lo hacen así, de forma divertida, para poder desprenderse de la sensación que te queda después de haber  vivido una situación como ésta.

YouTube video

Estas mujeres, llegadas del mundo del Arte, decidieron realizar una acción para visibilizar la situación a la que nos enfrentamos todas. Para ello vieron que quien debía llevarse el foco, a quien debían dirigirse las miradas, era hacia el hombre que ha realizado ese acoso. No se le va a dañar, sólo es una canción y confeti, pero es suficiente para sorprenderle y recriminar su actitud. Quitemos la vergüenza e indignación que está sufriendo la mujer y fijémonos en el que sonríe y se va satisfecho, el que lo ha provocado.

“Eso que tú hiciste hacia mí se llama acoso. Si tú me haces eso de esta forma yo respondo. No tienes derecho y lo que haces es de un cerdo”. 

Sexista punk from Las hijas de Violencia on Vimeo.

Porque no, no sólo es un “guapa”. Es todo lo que viene detrás, es la terrible realidad de que alguien se vea con autoridad y superioridad para tratar a otra persona así.

Muchos dirán que “no es para tanto”. Pero sí, es para mucho. Es acoso callejero.

Las hijas de violencia son Ana Beatriz, Ana Karen, Elisa Gutiérrez, Verónica Bravo, Patricia Rodríguez y Betzabeth Torres y puedes seguirlas a través de Facebook o Twitter donde siguen disparando contra cualquier tipo de violencia hacia la mujer.

Ellas ya han dado un paso con punk y confeti. Yo creo que voy a comprar botes de purpurina (que dura una barbaridad y no se va en días) para que el brilli brilli delate a quien me haya dicho algo al oído o me haya rozado de más en el metro.