No me gusta el fútbol. En realidad no es que no me guste, es que me da bastante igual. Jamás le he prestado atención más allá de algún Celta-Depor por puro arribismo, del quedar para «ver el partido» mientras yo me pongo ciega a cervezas y de chinchar a algún colega cuando pierde su equipo. Aún así cuando tenía 10 años intenté hacer la colección de cromos del Mundial de Fútbol de los UeseA, porque a esas edades si no lo hacías no eras nadie y yo necesitaba molar y encajar aunque solo fuera un poquito. Ahí estaba yo con cientos de caras de señores que no sabía muy bien quienes eran, no me interesaban nada y, evidentemente, me representaban aún menos.

Ese mismo año se creó en mi colegio un equipo de fútbol femenino, me apunté y esnafré mi cara contra el suelo el primer día de entrenamiento. Por supuesto, nunca más volví a tocar una pelota con los pieses porque quedó claro que soy un pato mareao. Desde entonces el número de niñas/chicas/mujeres que practican y disfrutan este deporte se ha multiplicado exponencialmente pero no tienen nada de repercusión, solo hay que ver la sección de deportes de los telediarios. El pan nuestro de cada día, claro: debe ser que el fútbol femenino es menos deporte o algo.

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Y esta situación es trasladable a todo el asunto de los cromos. Si una chiquilla que juega al fútbol (o no) quiere hacer una colección de este tipo solo puede aspirar a hacerla de la liga masculina que es donde se maneja la panoja, la influencia y todas las movidas importantes. Pero lo maravilloso sería que cualquier niña futbolera pudiera decir eso de «yo de mayor quiero ser como Vero Boquete» y que no tuviéramos que ir corriendo a preguntar a Google de quien carallo nos está hablando. Lo mismito que ocurre cuando un chaval dice que de mayor quiere ser como Cristiano, Messi o Iago Aspas ¿verdad?. Ahí tenemos el ejemplo de «Quiero ser como Beckham», película que os recomiendo mucho si aún habéis tenido el placer de ver.

Fotografía de Verne (El País).
Las hijas de María disfrutando de sus cromos. Fotografía de Verne (El País).

Por eso me parece tan maravillosa la iniciativa de María Vázquez, trabajadora en una empresa de comunicación y madre, que se ha currado para sus hijas un álbum de cromos de la Liga Española de Fútbol Femenino de forma totalmente artesanal y le ha quedado precioso. El trabajo no ha sido fácil para ella: empezó con las jugadoras del Barça y el Sevilla (los equipos favoritos de sus hijas), creando unas plantillas con Photoshop basadas en los cromos de la liga masculina pero, al querer ampliar a otras formaciones, se encontró con la dificultad de que no hay muchas fotografías de las jugadoras en internet. Por eso pidió ayuda en Twitter y la respuesta ha sido tan fantástica que, además de las propias jugadoras, hasta desde la cuenta de @LigaIberdrola se han ofrecido a ayudarla para que pueda terminar el álbum. Qué bonitas son las redes sociales cuando pasan estas cosas…

¡Chúpate esa, Panini! Y toma nota, que los tiempos están cambiando y nuestras niñas y niños necesitan referentes femeninos nacionales en el mundo del deporte (y por supuestísimo en el fútbol porque, nos guste más o menos, es el deporte más popular en nuestro país). Gracias a María, por ayudar a visibilizar esta situación, hacernos reflexionar y crear algo tan sencillamente molón. ¡Ojalá muchas madres (y padres, ¡ojo!) con esas ganas de cambiar el mundo! Porque la fuerza transformadora de estas cosas tan cotidianas es de un alcance brutal. Y gracias también a nuestras deportistas, que luchan contra viento y marea para ocupar su lugar en un mundo tan masculinizado.