Hace tiempo que observo cómo las tallas experimentan cambios. De una firma a otra puede llegar a variar hasta tres tallas. El problema surge cuando la variación se produce en la misma talla, con el mismo modelo incluso con el mismo color.

Lo confieso. Odio comprar ropa en una tienda nueva. Las tallas oscilan tanto de un lugar a otro que tengo dos opciones:

  1. entrar al probador con un montón de ropa igual pero diferentes tallas.
  2. dejarme “tallar” por una dependienta con poco tacto que no haga ninguna.

Así que ahí estoy, en el probador, con la montaña de ropa en la minúscula silla de los colgadores, que, al ser un habitáculo tan estrecho, hacen el consabido efecto túnel con apenas  dos dedos por cada lado para maniobrar. Primero me pruebo siempre la talla en las tiendas donde yo compro habitualmente. Si me encaja la primera, esa firma pasa a ser santo de mi devoción y me anima a probarme más y más prendas.

Esta soy yo cuando acierto
Esta soy yo cuando acierto

¿Qué sucede cuando el pantalón no pasa de las rodillas? ¿Y si la blusa me corta la circulación de los brazos? Entro en pánico, literalmente. Empiezo a probarme ropa a toda velocidad, diferentes modelos sin contemplar siquiera pedirle una talla más a esa dependienta que, solícita, revolotea alrededor de los probadores y pregunta de forma intermitente “¿qué tal la talla?” Me encantaría contestarle pero estoy al borde de la asfixia al conseguir subirme una falda que me aprieta cual corsé de Sissi.

Lo que sucede a continuación será de sobra conocido por muchas de vosotras: salgo del probador cabizbaja, sudada después de haber perdido la batalla en ese probador de pin y pon, y entrego la ropa a la dependienta con un “gracias” entre dientes y una salida rápida del establecimiento.

Yo cuando no acierto
Yo cuando no acierto

¿Por qué es tan difícil unificar tallas? Yo hace ya años que asumí que la talla es sólo un número, un indicador para diferenciar dos prendas aparentemente iguales, pero la realidad es que las tallas yo-yó no ayudan a superar los complejos que tanto nos han costado afrontar.

¿No te parece?

Cristina