No es ningún secreto que en cenas y comidas del mes de diciembre se tiende a abusar del alcohol y nosotros los abstemios tenemos que vernos sometidos al escrutinio de todos los años, por no decir de todos los fines de semana, (“¿No bebes?” ,“¿Nunca, nada, ni siquiera cerveza?”). Aunque sea un latazo y me de una pereza horrible tener que explicar siempre la misma cantinela y a pesar de que haya quién me tome por un bicho raro o una inmadura, las ventajas de no beber son muchas.

Sales barata

Entre que en la cena “Contad el vino aparte, que yo no bebo” y que te pasas la madrugada a coca colas (y entrando de gorra en los sitios. ¿Consumición. Pa qué? Si acaso ya pediré un vasito de agua. Locurón) te ahorras un buen dinerito que gastar en cosas que te gusten.

La noche sale redonda (casi siempre)

Si estás tú no se pierden bolsos ni se roban móviles. Porque estás dividida: un 50% en modo perreo y el otro en modo madre sobreprotectora. Vas recogiendo abrigos y bufandas, pendiente de que tus amigas más perjudicadas no se tropiecen y espantando a moscones a diestro y siniestro (que no, que no quiere bailar contigo). Aunque eso no quita para que haya noches en las que habría sido mejor no salir de casa sin importar lo mucho o poco que bebas o el cuidado que tengas.

Te sientes importante

Saben que tu juicio está en perfecto estado (o al menos, en el estado habitual) y te conviertes en el centro de información y centro de decisiones del grupo. ¿Dónde está fulanita?, ¿Y mi tabaco?, ¿Voy muy borracha?, ¿Cuánto queda para que abra el metro?, ¿Estamos muy lejos de Cibeles? Vale, es verdad que a veces no tienes ni puñetera idea, pero es todo un detalle que todos hayan dado por hecho que sí.

Saca los prismáticos, que la noche es fascinante

Esto es como el Toys R Us, si no lo ves en la fauna de la noche, no existe. Si buscas inspiración o te interesa la antropología no te pierdas la experiencia de salir de parranda completamente sobrio para poder estudiar los detalles de cada situación absurda que suceda a tu alrededor. Es un espectáculo digno de admiración.

Si eres un poco camaleónica, siempre puedes emborracharte por empatía.

Porque al final cuando estás en la pista de baile con tus colegas haciendo el tonto y todos están contentillos es imposible no dejarse llevar y darlo todo con ellos. Hay a quién le cuesta creerlo, pero te lo puedes pasar muy bien sin un gota de alcohol en sangre, es cuestión de actitud, no de consumo.

No tienes resaca.

Al día siguiente te despiertas como una rosa. Bueno, seamos sinceras, igual no tanto. Puede que te duelan los pies de patearte tu ciudad con tacones o que tengas agujetas de tanto menear las caderas, pero por lo demás podrías ponerte unas zapatillas y salir a correr por el parque como si nada (o ver series, lo que sea). Aunque yo te recomiendo abrir el grupo de whatsapp de la fiesta y jactarte con un “¿Cómo va la resaca, chavales?”. Yo lo llamo “La venganza del abstemio”.