¿Cómo se supone que he de reaccionar? ¿Qué carajo hago?

Facebook tiene muy mala baba, no os descubro nada. No solo me refiero a los coleccionistas de amigos, los buscalikes o los cuñados y cuñadas con ganas de bronca. Hablo de los recuerdos, de su ‘‘Un día como hoy’. Desde marzo de 2015 (cómo pasa el tiempo ¿eh?) la niña bonita de Zuckerberg nos recuerda qué estábamos haciendo en este momento hace tres o cinco años. A veces hace gracia, sobre todo cuando se trata de esa noche en la que saliste de tranquis y la liaste parda o el vídeo gracioso del gato que defeca arcoiris. Otras, no tanto, sobre todo cuando tu yo del pasado retransmitió con todo lujo de detalles lo maravillosamente bien que lo pasabas con esa persona y lo mucho que os queríais.

 giphy(Hola soy Mark Zuckerberg y he venido a dar por saco. Espero que os guste)

Con el tiempo, aprendes a ver esas publicaciones de vez en cuando e incluso a reírte. El problema es cuando Facebook te notifica que alguien ha compartido en su muro un recuerdo en el que apareces, que ese alguien es tu ex y que en la foto salís vosotros, felices, en uno de los mejores momentos de vuestra relación. Qué cosas ¿eh?

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(Tal cual lo leéis, esto está basado en una historia real)

La primera reacción es negación (esto no está ocurriendo, debe haber un error). Cuando te metes en su perfil deseando que así sea te das cuenta de que no, que ahí está esa foto de vosotros en ese viaje que hicisteis a Londres, carcajeándose de ti. Tus ojos, que ya estaban como platos, se salen de sus órbitas y vuelan hasta la galaxia Alfa Centauro y de camino, hacen autoestop.

 

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(No, nunca ha ocurrido, LO NIEGO TODO)

Después viene la ira (¿pero en qué narices estaba pensando este hijo de fruta? ¿qué cajones quiere? ¿cómo puede ser tan cenutrio? Menudo pirado). En seguida, coges el móvil y mandas captura de pantalla a todos los grupos de WhatsApp que se te ocurren contando la jugada y poniendo a la criatura más verde que los mocos de La Máscara. Mientras, en un lugar remoto del mundo, le pitan los oídos hasta el punto en el que su cerebro anuncia una amenaza de bomba. Se toma un Ibuprofeno para calmar el dolor de cabeza, pero eso ya no es tu problema. Ni que decir tiene que todos tus amigos te dan la razón y eso da más pie a que le pongas a parir y te desahogues enumerando todos los insultos que se te ocurren (y te inventas) de la A a la Z.

 

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 (La ira lleva al odio y de ahí a dominar la galaxia y exterminar a tus enemigos, hay un paso)

Tras esta tempestad emocional lleno de odio, entras en modo zen o mejor dicho, das con el ojo del huracán. Te relajas mientras intentas ponerte en sus Adidas zarrapastrosas y comprender por qué lo ha hecho (A lo mejor ha sido con buena intención, realmente fue un momento bonito y divertido. Se acuerda de mí, somos personas maduras, no tenemos por qué borrar nuestro pasado o hacer como que nunca ocurrió). Te arrepientes un poco de haberle dedicado todos los improperios que conoces e incluso te planteas retomar el contacto. (¿Y si esta persona sigue enamorada de mí?) La idea de ta miedito pero a la vez, no puede parecerte más romántica y peliculera.

 

5(Repítase el mantra ‘yo soy la comprensión y la comprensión está conmigo’).

Cuidado con el tono que cogen esas conclusiones porque puedes caer fácilmente en la etapa de depresión. Lloras como una magdalena rememorando por qué eso salió mal y planteándote seriamente si dejaste pasar al amor de tu vida. Sigues mirando su foto de WhatsApp sin saber si escribir clamando por empezar vuestra historia por quinta vez o hundirte con la idea de que es la única persona que te ha querido de verdad y que te querrá, pero que ya no es posible. (Soy un ser desgraciado, nadie me ama, salvo este otro ser pirado que tanto me tocó las narices en su momento). Te tumbas en la cama en forma de ovillo y te pones a todo trapo The sound of silence. Si tuvieras que grabar trece cintas antes de decir adiós, diez tendrían su nombre.

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(Dadme helado, necesito azúcar, mucha).

 

Después de salir del modo suicida y de un par de tortas de realidad bien dadas (en sentido literal y metafórico) pasas a la aceptación. Sí, tu ex ha compartido un recuerdo vuestro en Facebook; sí, ya tiene tres ‘me gustas’ (uno de su hermano, al que caías muy bien y otro de su mejor amiga) y sí, no puedes controlar que alguien comparta o deje de compartir lo que sea. Llegados a este punto, puedes pasar de la historia y seguir con tu vida o preguntar ‘¿por qué?’ en vez de despotricar. Quién sabe, quizá descubras que realmente tu ex se ha escapado del hospital de Alguien voló sobre el nido del cuco y tiene tendencias autodestructivas….O que al fin y al cabo, hay una razón madura y adulta tras esa acción que solo implica un leve movimiento con el dedo.

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(Sé que no he respondido a la segunda pregunta del subtitular pero qué queréis que os diga, aún sigo con el móvil en la mano)

Autor: Ashi.