¿Sabéis esa gente que tiene cara de buena persona e irradia tan buen rollo que quieres acercarte y abrazarla? Pues a la gente le pasa conmigo y estoy hasta los cojones.
La gente me sonríe en el metro, sin ningún motivo. Van leyendo, escuchando música, sonándose los mocos y de pronto me miran y sonríen. ¿Pero qué haces? ¿Por qué me sonríes? ¿De qué me conoces? ¿Qué te he hecho yo?
Yo con la gente feliz no puedo. De verdad. La felicidad momentánea por algo que te ha pasado, que hayas aprobado un examen, que sea el black friday, que te toquen el punto G, lo entiendo, me parece bien. ¿Pero lo otro? Esta gente que está sonriendo los lunes a las 7 de la mañana en la oficina, que se autodice frases de Mr. Wonderful cuando se moja en un charco o se cae de la bicicleta. ¿pero tú qué camello tienes?
Además lo peor del invierno es que salen parejitas felices de debajo de las piedras. Están en los bares, en la calle, en las tiendas, abrazados y besándose, caminando como si saltaran a lo Heidi con una brisa llena de hojas marrones y una luz que los iluminara. Comiendo a tu lado con las manos entrelazadas por debajo de la mesa. Besándose en tu cara.
¿Pero esto qué es, Melrose Place? ¿sois de Sensación de vivir? ¿No tenéis una casa, lavadoras que poner? ¿Os tengo que hacer una cuenta en Netflix? Se idealiza demasiado el amor a primera vista. Con lo bonito que es el odio a primera vista. De eso no habla nadie.
La gente también siempre se acerca a mí para preguntarme cosas informativas o preguntar por direcciones porque tengo cara de buena gente.
– ¿Sabes qué día del mes hacen el mercadillo de segunda mano?– ¿Sabes dónde puedo encontrar un cerrajero?– ¿Podrías decirme por dónde queda tal calle?
¿Me ves cara de cabaña del Ayuntamiento? Porque lo mismo tengo un mapa pegado en la frente y no me había dado cuenta. De todos modos, que me hagan preguntas en España vale, ¿pero en Estocolmo, vas a preguntarle a la única morena de la calle? Que la gente se me acerca y vivo con miedo a que me roben. Cuando veo a unos mormones directamente me echo a correr porque sé que me van a parar.
Además la gente me cuenta su vida o sus dramas con una facilidad pasmosa. El otro día salgo a fumar, una chica me pide fuego, se lo doy, me mira y me dice.
– Tengo problemas con mi novio
Y se echa a llorar. Así. On my face. ¿Pero por qué? Tía, que sólo te he dado fuego. Ni siquiera te he sujetado el pelo mientras potabas, ha sido sólo un mechero, ¿qué señal te he dado yo para pensar que me interesaba un drama?
Cuando tienes una cara así atraes a gente que tiene muchas ganas de hablar. Y no sólo eso, sino que tienen la gran capacidad de hablar durante mucho tiempo y sobre cosas que te importan una mierda. Señora, le dije hola por educación, pero no me cuente con qué detergentes lava la lana durante 20 minutos, estamos en la sala de espera del dentista, yo no me puedo escapar de aquí, vivir y dejar vivir, mire el Hola y cállese.
Estoy agotada de parecer Sor Lucía, porque de entrada le caes bien a casi todo el mundo. Hasta que sueltas un chiste de humor negro y se quedan como si les hubieras estafado. Es horrible caer bien. De hecho lo peor de morirse es que le caes bien a todo el mundo, cuando en realidad yo sólo le quiero caer bien a los camareros.
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@LuciaLodermann
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