El primer paso es asumirlo: Soy bajita. Podría decirse que para la generación de mi madre o mi abuela, estaría dentro de media pero, a día de hoy, estoy un poco lejos de rozarla. Llego escasamente al 1,60. Posiblemente mida lo mismo que vuestra prima de 16 años, lo que apoyado por mis facciones infantiles, no ayuda mucho. A la gente a veces le gusta un poco no sorprenderse cuando les digo que tengo 21 años y, aunque a veces es un truco infalible para ligar con los camareros de los bares de copas, cansa.

Bien, hasta aquí ningún problema grave. Soy bajita, vivo con ello y le miro el lado positivo (Todos mis chicos han sido siempre más altos que yo) Aunque adoro las cuñas y las plataformas, puedo sobrevivir con converses día a día. El caso es que, hace unos días, tuve la feliz idea de ir a Zara a pillarme algo de ropa para la Semana Santa. No soy una chica esquelética ni estoy rellenita, soy una chica normal con curvas en todos los sitios donde debe tenerlas una mujer. Chica ¿Qué problema tienes entonces? pensaréis. Os explico mi paseo por allí. Recorriendo la zona de básicos, me enamoré de unos pantalones de vestir negros, rectos y que se estrechaban en el final. Ideales.

Primer golpe. Al probármelos, tenía que meterle tanto al bajo que perdían toda la gracia, quedaban unos pantalones rectos normales y sin forma alguna. “Bueno, no es para tanto, habrá mas” Así que seguí buscando y vi unos del mismo estilo pero por encima del tobillo, más cortos. Seguramente estos me quedaría bien y tendría que meterle menos.

giphy (1)

Segundo golpe. Me arrastraban. Sí, así es. Los pantalones tobilleros me arrastraban, me sobresalían con 5 cm de pantalón y, con lo que iban a tener de arreglo, no merecía la pena llevárselo. “Tranquila, no pasa nada. Mira alguna falda” Soy una fan de las faldas cortas de vuelo. Así que me fui tirada para una blanca con flores de colores estampadas y para otra un poco más larga (Se supone que por la rodilla) con el mismo diseño.

Tercer golpe. La falda de capa corta me llegaba a la rodilla, sí señoras, a la rodilla. Empecé a plantearme que los maniquís están desproporcionados o que yo tenía una deformación genética y era hija de una aventura que Frodo y Gimli debieron tener tras la cámaras. La otra falda ni me la probé, la dejé en su sitio y subí a la zona infantil. Qué queréis que os diga, entro en una talla de 14-16 años (Justa, pero entro) pero me pareció vergonzoso verme ahí, a una universitaria, en la zona de niños chicos porque no había ropa para mi altura en la sección joven.

Ya no solo nos imponen una ropa que solo queda bien a gente delgada, también tienes que ser alta y no, no de tacones solo. Creen estos señores que yo debería crecer 10 cm para ser digna de llevar sus prendas de moda joven, o perder cinco kilos y comprar en su ropa de niños.

Mire, queridos diseñadores. No necesito crecer 10 cm, mi altura es la que es y no puedo cambiarla. Tampoco necesito, ni quiero, perder 5 kilos. Es de vergüenza que tenga que usar sus faldas de la sección infantil y comprarme los vaqueros que, digo yo, usarán las niñas de la ESO.

Quiero vertirme como me gusta, vestirme  bien y como me plazca, igual que el resto de las chicas.

Tenemos derecho a lucir los mismo modelos y a que, al menos algunos, se adapten a nuestra forma sin tener que dejarlos el sueldo en que la modista nos coja los bajos.

Señores diseñadores:  ¿Quieren saber por qué soy  bajita? Porque me pesan los huevos de los hinchados que me los tienen.

giphy

Autor: Reyes Calvillo López