Vivimos en un mundo de opuestos: nos criticamos los unos a los otros, pero también nos aferramos a la idea de yo tengo esta forma de ser y no pienso cambiar. Dos posturas que chocan estrepitosamente, solo hace falta rastrear un poco las redes sociales para darse cuenta de ello. Estamos expuestos continuamente a las opiniones no solicitadas, al juicio y a la crítica más fiera, y como reacción a esto hemos creado un escudo antibalas a base de aceptarnos tal y como somos, sin condiciones:  Yo soy así, si no te gusta ya sabes donde está la puerta.

get out

Y ojo, claro que pienso y defiendo que hay que aceptarnos tal y como somos, faltaría más, no me oiréis decir lo contrario porque, sinceramente, pienso que la mayoría somos estupendos. Sí, así lo creo -la mala gente aquí no tiene cabida- cada uno a nuestro modo, con nuestra personalidad, nuestras diferencias, nuestras imperfecciones. Todos tenemos algo que nos hace únicos y maravillosos. Pero amigos, no somos perfectos. Y como no lo somos, hay aspectos que, aunque nos cueste aceptarlo, debemos cambiar. Y el único modo de lograrlo es a través del autoanálisis.

He dicho cambiar. Pero creo que sería mejor utilizar el verbo mejorar. Ser sinceros con nosotros mismos, aceptar nuestras virtudes pero también conocer nuestros defectos, asumir que cometemos errores y que hay facetas de nuestro carácter que no son positivas, es la única forma de evolucionar. Nos gusta mirarnos al ombligo pero solo para las cosas buenas. ¿Qué tal si lo aplicamos para todo?

No lo llamemos cambiar, llamémoslo evolucionar. Seamos una versión mejorada de nosotros mismos.

Aceptémonos. Querámonos. Somos estupendos, claro que sí, y que nadie nos diga lo contrario, pero no nos escudemos en el todos están contra mí cada vez que nuestra opinión no es aceptada o recibimos una crítica. Puede que los demás estén equivocados, pero también es posible que lo estés tú. No nos aferremos a una idea que nos impida avanzar como personas. Conocerse en profundidad es duro. Aún más duro es reconocer los fallos de uno mismo, pero es necesario.

Es necesario saber de qué pie cojeamos, cómo de malos podemos llegar a ser, cómo de buenos-tontos somos, si no damos nuestro brazo a torcer, si lo torcemos demasiado, si nuestra timidez nos impide despegar, si nuestro descaro nos busca problemas…Lo que sea que se os ocurra.

¿Es complicado? Claro que lo es. Y por eso  es tan fácil caer en la psicología barata, en la creencia de que todo vale porque TÚ te aceptas y eso es lo único que sirve. No importa si te has comportado como una persona caprichosa o has sido un cabrón con alguien, a quien le pique que se rasque ¿verdad? Porque tú eres así. Es más fácil escudarnos en esa falsa autoaceptación que ser autocríticos, porque puede que no nos guste lo que veamos. Asumir que no tenemos razón en un momento determinado o que nuestro punto de vista no es tan acertado como creíamos, es echarnos a nosotros mismo un jarro de agua fría que nos baje los humos. Y no siempre estamos dispuestos a mojarnos.

Por eso mismo, antes de dar nuestro brazo a torcer, sacamos la artillería pesada: Mira yo soy así, me acepto como soy y si no te gusta te aguantas.  Porque esto es lo cómodo, lo fácil, no importa si nos mentimos a nosotros mismos. No importa nada, porque somos de esta forma de ser y NADIE nos va a cambiar, ni siquiera nosotros mismos. Que cambie el resto ¿verdad? Pues lo siento, pero esto no va así.

La autocrítica, el autoanálisis forma parte de esa autoaceptación. Conocernos, nos hará mejorar, querernos más y  darnos los buenos días con una sonrisa todas las mañanas. Ignora a quienes se las den de psicólogos y proclamen que tú eres como eres y estás por encima de todos y que no has de cambiar nada porque eres perfecto. No. Eso no va así, porque ya  lo siento, no eres perfecto, ni tú ni nadie. El camino no es tan corto.

La autocrítica, el mirar dentro de nosotros y analizarnos, no es quererse menos. Todo lo contrario: precisamente porque te quieres, buscas mejorar. Aferrarnos a nuestros defectos con la excusa de que somos así no nos ayudará a querernos más, sino que nos impedirá crecer como personas.