En esta sociedad que nos ha tocado vivir, tenemos poco margen para respirar antes de volver a la lucha. Todavía seguimos sumidas en rabia y tristeza tras la sentencia de la Manada, y volvemos a toparnos con titulares en los medios que nos dan ganas de vomitar. Porque no vamos a andarnos con rodeos, lo que viene a continuación dan puritas arcadas.

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La noticia aparece en varios medios de comunicación porque Minerva Piquero ha aparecido en un evento público radiante y , como siempre, lo importante de una mujer es su físico. Su carrera profesional da igual, porque una mujer está ahí para hacer bonito y no se puede permitir salirse de la norma. Hablan de «cambio de imagen» como si fuera el gran drama de la vida de una persona, cuando lo importante sería hacer una crítica de los motivos por los que algunas presentadoras de televisión han desparecido de la faz de la tierra cuando, por lo que sea, su corporalidad dejaba de ajustarse al canon que les exigían.

Como ella misma se ha visto obligada a explicar, sufre hipotiroidismo (un problema hormonal que hace que el metabolismo no funcione correctamente y en consecuencia se engorde) pero a algunos periodistas esto no les importa un carallo y se permiten el lujo de hacer comentarios absurdos y muy nocivos sobre los que realmente les interesa y es que sea una objeto de consumo (y de deseo) correcto.

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Si una mujer cualquiera engorda no pasa nada, pero si eres conocida (y la gente es tremenda, muy cruel), todo cambia. Fui a un acto en calidad de directora de comunicación de una agencia de medios y un periodista me preguntó ‘¿Cómo estás tan gorda?’. Es terrible. 23 años después de haber empezado una carrera profesional, y lo único que puedes contar de interés es el motivo de tu sobrepeso». 

Si una mujer engorda (adelgaza, se opera lo que sea o se pone el pelo de colores) siempre se va a encontrar con comentarios juzgando su cuerpo pero es evidente que si es un personaje público el juicio es más público y más puñetero. Y bien de fotos del antes y el después, sin ningún tipo de sensibilidad, sin tener en cuenta los sentimientos y la situación personal de la famosa en cuestión porque solo importa el morbo y esa interpretación tan tóxica que se puede leer entre líneas de «se ha dejado», que es una de las armas más poderosas y sibilinas del patriarcado: la obediencia estética de las mujeres.

Es una situación que vemos todos los días y que, hasta hace muy poco tiempo, nos teníamos que comer con patatas porque era lo «normal». Afortunadamente a día de hoy lo denunciamos con fuerza (y unidas, pese a las diferencias), porque estamos muy cansadas de tener que dar explicaciones sobre nuestros cuerpos y de tener que asumir que la visión del otro es lo que nos da valía.

Amigos periodistas, «el increíble cambio físico de -inserte aquí el nombre de la famosa que sea-» ya no nos interesa nada es más, nos parece de primero de machismo. Nos hemos revisado, hemos aprendido y hemos empezado un camino que no tiene vuelta atrás: el del empoderamiento y la diversidad. Nos importa un pito si la gente (mujeres y hombres) engorda, adelgaza o hace el pino puente. Lo único que exigimos es respeto, educación y buen hacer periodístico. Gracias.

Y Minerva, cariño: que estás bellísima, que nos flipa tu vestido y que estamos muy contentas de que todo te vaya estupendamente.