Hoy vengo a hablaros de un tema que me trae de cabeza desde que empezó este año. Imagino que lo habréis sufrido, y es que hay un momento en la vida de todo grupo de amigos en el que se empieza a hacer vida de adultos… a excepción de ti.

Entendedme bien, claro que es lógico y normal que todo vaya cambiando conforme avanzan los años, lo que no entiendo es por qué TODOS se enteraron antes que yo.

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De un día para otro, las conversaciones empezaron a girar en torno a quién se iba a vivir con su pareja, quién se iba a trabajar al extranjero con un super trabajo que podía llegar a causar la muerte por envidia, y quién iba a ser padre/madre.

Pero qué me estás contando…

De las conversaciones sobre exámenes y trabajos, pasamos a hablar de cosas que se me antojaban tan lejanas como la declaración de la renta o cuántos años hay que cotizar para que se te quede una buena pensión.

Lo sé, estáis pensando que exagero. Yo también pensaba que era una especie de crisis colectiva que aún no me había llegado, que las aguas volverían a su cauce en algún momento.

Hasta que llegaron las noticias de embarazo. La primera fue la mejor cosa que me dijeron en mi vida: mi mejor amigo, más de 10 años mayor que yo, iba a tener un nene y una nena que son las cositas que más quiero ahora mismo. Ahora, después de ese embarazo, se abrió la veda: vinieron otros dos.

Y tras esos dos, el tema de cuándo, cómo y con quién nos embarazaríamos fue uno de los temas principales en mi círculo social. Eso, y todos sus derivados: mejores colegios, mejor zona para que jueguen, partos, lactancia… Os lo juro, cuando son conversaciones que tengo con los padres las disfruto a tope, porque siempre está bien saber de todo esto para el futuro. Pero es que ellos son los que menos hablan de todo esto.

Niños, bodas, plazas de funcionario, hipotecas, pensiones… Y yo sin enterarme de nada. De “persona normal de mi edad” he pasado a “solterona centrada en su carrera”.

“Vas a ser la tita guay”

“Ay, qué suerte, es que como en casa de tus padres en ningún sitio”

“Si quieres, te podemos presentar a un amigo que está soltero”

“Tú no te agobies, si todo llega en esta vida, es que aún no es tu momento”

“¿Y te has planteado una in vitro?”

Y así. Se han dado casos de personas en mi situación que han llegado a estados de histeria absoluta. Gente que ya no sabe cómo relacionarse con sus amigos. Individuos que van con una botella de vino en el maletero del coche “por si de repente ya estamos en ese punto en el que hay que llevar vino cada vez que quedamos”.

Desde aquí quiero hacer un llamamiento a toda esas personas que han comenzado a ser adultos de un día para otro: no, no somos menos maduros por tener unas prioridades distintas a las vuestras, cada cual vive su vida como puede y como quiere. No excluyáis al resto de amigos que ahora mismo tienen otras cosas en la cabeza. No os perdáis lo sensacional que es compartir puntos de vista distintos sobre la adultez. Y sobre todo, por favor, no presionéis ni seáis condescendientes con nosotros, porque no nos pasa nada, no estamos perdidos en la vida, o sí, pero estamos disfrutando de esa desorientación.

Querednos y aguantadnos, como nosotros os queremos y os aguantamos.

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Yo, cuando pregunto si lo de la hipoteca es opcional

“- Oye, ¿a ti te ha llegado la carta de que ya somo adultas? Porque la mía no llega

– Si no te llegó la de Hogwarts, te va a llegar la otra.”

Patricia Olmo