“Hay guardias malas y hay guardias de mierda”

Escribió mi amiga médica por whatsapp pocas horas antes de finalizar su guardia en el chat de nuestro grupo de amigas. Siempre he pensado que el suyo es un trabajo muy duro. Siempre quiso ser médica, y es sin duda la persona mejor preparada para ello que he conocido. La he visto enfrentar en lo profesional y en lo personal situaciones muy duras. Ella y el resto del equipo sanitario del hospital en el que trabaja tienen enemigos terribles. Luchan cada día en medio de ellos, hablan de cáncer, de infecciones, de daño cerebral, de infartos…

Nunca nos cuenta lo que ocurre dentro del hospital,  pero hay días en los que sabemos que ha sido peor que otro; también hay días de grandes victorias en los que la sonrisa se le escapa sin querer.  Se siente orgullosa de lo que hace, aunque sea tan duro otras veces.

Pero hoy esté frustrada y triste. Hoy está enfadada con el mundo, con el destino, con la vida… Pero calla más de lo que cuenta. Porque hoy ese sentimiento es distinto para ella, ahora lo sé.

Hoy el  periódico ha contado su dolor en un titular infame:

“Muere la mujer agredida en Santiago por su expareja, que sigue en paradero desconocido«

Una mujer que llega rota a un hospital, donde salvarla no ha sido posible. Y pienso en cómo mi amiga acabó su guardia, abandonó su uniforme de médica, recogió los pedazos de su corazón intentando reconstruir su fe en el ser humano y se marchó a casa.

Y en que mañana seguirá luchando contra enemigos terribles y en que le debemos a todas y cada una de las vidas rotas por la violencia machista algo más que buenas palabras.

Les debemos el compromiso de la lucha diaria y la memoria. Nosotras no descansaremos hasta acabar con esta lacra.

Porque no ha muerto, ha sido asesinada.

Carme Casado