Primark: Esa tienda a la que prometes ir sólo a por medias y bragas y sales con 80 euros menos y sin medias ni bragas.

Recuerdo perfectamente  la primera vez que fui a Primark. Acababan de abrir el de Xanadú y llevaba meses deseando conocer la dichosa tienda. Mis amigas contaban maravillas del de Plenilunio, pero teniendo en cuenta que vivo en la sierra noroeste de Madrid, eso me resultaba como irme a Mordor  (aunque Xanadú tampoco me pillaba muy cerca que digamos). Así que allí estaba yo, con la misma ilusión que Charlie antes de entrar en la Fábrica de Chocolate, armada con esa bolsa gris que da más de sí que el bolso de Mary Popins. Ese día aprendí una cosa muy valiosa, en la que ningún capítulo de Barrio Sésamo se hizo hincapié: los tres euros sumados muchas veces pueden convertirse en muchos euros. Eso sí, salí de allí con la trajeta temblando, pero con abastecimiento en chuminadas varias para el resto de mi vida y jugando al precio justo con mi padre, retándole a adivinar cuanto me había costado la cantidad ingente de zapatos, diademas, blusas y pijamas que desbordaban las bolsas.

Después de aquello, Primark se convirtió en mi perdición. Cualquier excusa era buena para acercarme. Sobre todo, la de “necesito medias”, aunque fuese en pleno Agosto. Algo así como el que va a IKEA a por velas y termina tendiendo que contratar a uno de los transportistas que te acosan en la puerta. Y aunque he tenido mis más y mis menos con la firma irlandesa (a la vez que han ido subiendo los precios, ha ido menguando el tallaje), sigo siendo una clienta bastante fiel. Sus a veces maravillosas ediciones limitadas, los copieteos varios que hace a las firmas high level emergentes, su colección infinita de camisetas de Harry Potter y sus friki-pijamas onepiece (tengo un serio problema con esto último), hacen que cada vez que paso por delante de una de sus tiendas, las puertas me engullan como un agujero negro. Sobre todo, después de descubrir su sección de la muerte: Primark Home.

Tropical

Azul

Amarillo

Poco a poco y sin hacer mucho ruido, cada temporada, Primark ha ido sacando pequeños tesoros: una guirnalda de corazones por aquí, un cojín de zorros por allá, consiguiendo que esta, ya no tan pequeña sección, fuese para mi más valiosa que «el rinconcito ordenado» de las rebajas. Pero ha sido con su colección de Primavera-Verano 2015, cuando ya definitivamente me he muerto de amor. Corazones en todas sus versiones, guirnaldas de margaritas, o flamencos rosas por doquier, son los protagonistas de su última propuesta para Home.

Nota: Me ha costado Dios y ayuda encontrar unas imágenes decentes de la nueva colección y aun así, de las cosas molonas no he puesto ni la mitad (cojines de piñas, sujeta puertas de perros, guirnaldas de pajaritos..). Así que os animo a que os hagáis una visita a los Primarks mejor surtidos de vuestra provincia (de Madrid me quedo con Xanadú y Plenilunio) y echéis un ojo detenidamente, porque cada día traen una maravilla nueva que comprar.

Rosa

Gris

Nueva York