Mi hermana, que recientemente ha tenido un niño (6 meses), me pidió que me fuera a vivir con ellos y le hiciera de canguro mientras trabajaban, ya que yo no trabajo y tenía tiempo libre. En principio, me entusiasmó la idea, jugar con mi sobrino toda la mañana, vestirlo como me diera la gana, sacarlo de paseo, ver los dibus con él… pero con lo que yo no contaba o no pensé mucho en ello es en: el niño tiene que dormir, tiene que comer y está echando los dientes. TOMA MARRONAZO.
Porque un niño puede ser toda una ricura, con sus piececitos, su risilla, su carita angelical…pero puede convertirse en el mismísimo demonio cuando los dientes asoman. ¿Es posible que una personita tan minúscula llore con ese chorro de voz? ¿Pero de dónde le salen las fuerzas? Llorar, chillar, ponerse tieso de la rabia…y tú no puedes hacer prácticamente nada. Sí, sí, mordedores y mil historias para calmarlo, pero lo he probado todo y nada funciona. Que cuando le da el arranque, le da, PUNTO.
A todo esto súmale que apenas come porque le duele la encía, pero está muerto de hambre y por eso llora más. Y con hambre y dolor de encías no concilia bien el sueño, por lo que llora más. (Y más, y más, y más)
Ahora bien, cuando está descansado, tiene la barriga llena y no le duelen las encías, es una ricura. Son los diez minutos más felices del día.
A un niño no lo puedes dejar aparcado a un lado del salón, tienes que estar todo el día pendiente de él, jugar con él, limpiarle las babas, ahora se ha echado encima, ahora se le ha salido la caca por un lado, y ahora se ha metido esto en la boca… Y cuando te mueves de casa, tienes que ser un maldito caracol y llevar media casa a cuestas.
Para ir al súper de enfrente media hora:
-Cinco pañales, con las toallitas, el cambiador y la crema de las partes íntimas.
-Dos biberones, la leche racionada por biberón, babateles, gasitas para limpiarle lo que eche, el termo con el agua caliente, y dos chupetes por si uno se cae.
-Si le das teta, pues llévate tu teta, no se te olvide.
-Juguetes para que se entretenga, y te deje hacer la compra.
-Una mantita por si en las sección de refrigerados hace mucho frío.
Todo esto me ha dado mucho que pensar. ¿Realmente me gustan los niños? Yo siempre había pensado que sí, es más, había planeado tener nada más y nada menos que tres, ser una mami molona y vestirlos con unas converse y camisas de cuadros. Pero, ¿estoy preparada para criar a tres bichitos? Sí, se cambiar pañales, sí, no se me da nada mal dormirlos, cantarles nanas, darles de comer… pero la responsabilidad de saber que son TUYOS y que hasta los 30 (o más) no se van a ir de casa…no sé, como que me da grimilla. A mi sobrino lo puedo devolver cuando me canse (¡tira con tu madre!), pero a mis hijos…
Que vale, que sé lo que me vais a decir. Que cuando eres madre el instinto aflora por sí solo, que se crea un vínculo especial y que sientes que lo quieres más que a tu propia vida y que no entenderás todo esto hasta que tengas un hijo. Pero, ¿y si no estoy hecha para eso? ¿Y si de verdad no me gustan los niños?
Porque otra cosa, que ser mujer y decir que no te gustan los niños es como que está un poco mal visto. Es como si fuera un bicho raro. ¿Tan malo es? Ni que dijera que me gustaría ir de Herodes por la vida. Me gusta pasar tiempo con los niños, me gusta jugar con ellos, hacerles reír…pero creo que encajo mejor en el papel de tía que en el de madre.
¿No se supone que debería sentir lo mismo cuando veo a un bebé que cuando veo a un cachorrito? (Para que lo entendáis, se me cae el alma a los pies cuando veo uno, son tan achuchableeeesssss….)
Me gustaría que me gustasen, pero no me gustan.
