Cuando eres un topillo (como yo) el mundo es cruel y se ceba contigo y tú, que lo sabes y lo asumes, te pasas todo eso por el mismísimo.

En mi caso tengo miopía, vista cansada y astigmatismo  (la oposición tiene estas maravillas)  y aunque veo menos que un gato de escayola diré que tener sólo 3.5 dioptrías es una maravilla en comparativa con, por ejemplo, mi tía que tiene cerca de 8. Yo al menos si me quito las gafas veo bultos semiformados y de cerca me apaño pero ella sin gafas vive en el mundo de Rompetechos.

Si tú también eres del clan de la lentilla o de las gafas, estoy convencida que te habrá pasado alguna de estas situaciones:

 1.- SALUDAR A GENTE QUE NO CONOCES

Cuando eres cegato y aun encima tróspido (como es mi caso) saludar a peña que ni conoces es ya un clásico. Al final hasta casi te acostumbras, saludas, te das cuenta de tu cagada y sonries con más morro que un gorrino. ¿Qué más dá? Si a todo esto le sumas un hábitat complicado como por ejemplo “la playa”… estás perdid@. Los topillos en la playa siempre buscamos referencias: sombrillas, niños, sillitas, kioskos… para cuando salimos del agua poder seguir como Hansel y Gretel el camino de miguitas de pan. El día que te has ido corriendo al agua y quieres volver a la toalla es como un día en la jungla y sólo piensas ¿dónde coño estábamos puestos por Dios?

 2.- PONERTE LOS OJOS EN CARNE VIVA

Esto solo os habrá pasado si usais lentillas. Las lentillas son las medias o los tacones en el mundo óptico: un rollo mal diseñado.  Primero has de buscar unas que no te hagan daño, porque sí: las lentillas PUEDEN ARAÑARTE EL OJO (no me digáis cómo, porque no lo sé). Luego tenéis que lavarlas a conciencia para evitar el “ojo gangrena” que es que ante cualquier mínima partícula, por diminuta que sea, tu ojo se va a irritar y acabará como el culo de un mandril en celo. Y, además, rezar para que no se den conjunciones astrales del tipo: tener los ojos secos y que la lentilla no se agarre y decidir echarle colirio y que no sea compatible con el uso de lentillas y casi se te caiga el ojo. MUCHO CUIDADO QUE LAS CARGA SATANÁS.

3.- NO SE PUEDEN VER SERIES/PELIS TUMBADO

Es un hecho. Si usas gafas y quieres tumbarte en el sofá tus gafas se deformarán y acabarán quedándote torcidas (volverás a la óptica a que te las arreglen) o bien te clavarás la patilla de la gafa y acabarás sentad@ por lo incómod@ que estabas.

Aunque recientemente he descubierto este inventazo y que valoro seriamente comprar.

4.- CUANDO HAY CAMBIOS DE TEMPERATURA BRUSCOS TUS GAFAS SON INÚTILES.

¿A ningún@ os ha pasado de un día de invierno entrar en un garito y que tus gafas se empañen a tope y te las tengas que quitar? O al entrar en el baño mientras se ducha alguien, o al abrir el horno, o cuando llevas bufanda y toses… (igual esto último es fruto de mi estupidez, que no lo descarto)

5.- QUITARSE LAS GAFAS Y NO ACORDARTE DONDE LAS HAS PUESTO ES BUSCAR UNA AGUJA EN UN PAJAR.

Te vas a duchar, te sacas las gafas, las colocas en el lavabo. Viene alguien y las mueve. Sales de la ducha Y NO ESTAN DONDE LAS HABIAS DEJADO. Y claro, como no las ves te entra la ansiedad y vas pegada a 3 cm del lavabo oteando cual T-Rex siguiendo un rastro a ver si tropiezas con ellas. Es esa técnica o la de palpar todo hasta encontrarlas. Fruto de tu desesperación llamas a todo bicho viviente (si es que vives con alguien) para que te ayude en la búsqueda, la cual siempre finaliza con un “mujer… si estaban aquí”.

Ya claro, que fácil lo veis cabrones…