Hace pocos días que he llegado a uno de mis lugares de origen (sí, mi familia es un poco de voy y vengo y yo tengo VARIOS lugares de origen, QUÉ PASA). El tema es que, nada más llegar, mi amiga Vero celebraba su cumple pasando un finde en Formentera con todas las coleguis.    Allá que nos vamos todas. Algunas muy amigas, otras más, menos o nada conocidas.

Plan ideal de hamaqueo en playas cristalinas, sangrías y rajar, mucho rajar que es lo que nos gusta. Acabada la primera jornada, ya éramos todas coleguis. Con un tipo de colegueo que se da mucho más en verano que en invierno delante de un café. Interesante.

Servidora, que es muy analítica, empezó a darle vueltas a esto de la amistad veraniega, la amistad femenina, la hermandad entre féminas, etc. y tras mucho pensar he concluido que la razón de esta amistad repentina está EN EL COÑO.

LAS COLEGAS TIENEN COÑO, como tú. Y tener coño une, Y MUCHO. Y en verano, y más si es en Formentera, acabas viéndotelo porque eso de bañarte en pelotas en esas aguas transparentes ES LO MÁS. Si encima de tenerlo, compartes tu chirri, la unión ya es máxima.

Pensaréis (sobretodo los que me conocéis) que estoy de broma, PERO NO.

Recordad a las amigas que habéis tenido a lo largo de vuestra vida: las del cole, el instituto, la universidad, el curro, algunas que hayas podido conocer de vacaciones, etc. ¿Qué tenéis todas en común? TODAS TENÉIS COÑO. Y sed sinceras, en algunas mogollón de ocasiones, eso os ha unido. El chirri es motivo, directo o indirecto, de miles de conversaciones a lo largo de nuestras vidas. Por poner unos pocos ejemplos…

  • El primer pelo púbico: lo recuerdo como si fuera ayer. Ahí, tan solo, tan largo y tan feo. Se lo enseñé a mis amigas en unas colonias que organizaba la iglesia de mi pueblo (no sé que habría pensado el cura de nuestras muestras capilares). Con esas mismas amigas, 20 años más tarde nos hemos enseñado las primeras canas (sí, en el coño salen canas, QUÉ PASA).
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Las coleguis mirándote el primer pelamen coñil
  • La primera regla: la de complicidades que generó y todas las conversaciones que había alrededor de ella. La que ya la tenía y lo sabía toda la clase aunque la pobre no hubiera dicho ni mú, la que con 15 tacos aún no la tenía y era la rara, «que si yo soy de Évax» «que si yo soy de Ausonia», la amiga íntima que te enseñó a ponerte el primer támpax, esos dolores horrorosos que te hacían sentir TAN mayor (¿Qué fue de Saldeva?).
  • La primera vez (que trikitriki): lo pongo así para darle un toque romántico al primer polvo. ¿Cuántas horas pasaste escuchando a las que ya lo habían hecho? ¿Cuántas horas intentando hacerlo porque por ahí no cabía un alfiler? y ¿Cuántos días pasaste comentando con tus amigas si a ellas les pasaba lo mismo? y luego cuando pasó, ¿cuántas semanas lo estuvisteis rememorando? Pues eso.

Tras el pollazo pistoletazo de salida, ancha es Castilla y viene el momento experimentación.

  • El sexo salvaje: maravilloso. Qué cutis te deja y cómo te lo notan tus comadres. Y cómo lo retransmites. Y ellas resoplando «qué cabrona», «pues no hace tiempo que no me pilla uno de esos», «pues esto me recuerda a aquel que me ponía mirando a…»
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Tus amigas cuando te ponen fina.
  • El mal sexo: seamos sinceras, las colegas son las que más disfrutan con tus mierdipolvos y al final te ríes con ellas por no llorar.
  • No tener sexo: esto ya no da risa, pero sí mucha conversación. Más que nada porque todo el tiempo que no estás follando (o sea TODO), lo pasas hablando.
  • Los picores: es necesario tener una amiga médico. Si no la tenéis, ya la estáis buscando. A las malas, malas, una farmacéutica o enfermera. EL CHICHI PICA, eso es así. Y siempre lo hace a horas intempestivas, un domingo o en plena Nochevieja. Puede ser por varias razones: las setas candidiasis malditas, las noches salvajes, las infecciones varias… El chirri es un lugar húmedo, sensible y con una flora más delicada que los putos bonsais.
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Los picores de la Miley.
  • Los partos: yo no puedo con este tema. Me repele. Pero las hay que lo aman y que siguen hablando de sus placentas, sus contracciones y sus chirris sanguinolentos en la boda de sus hijos.
  • La menopausia: si te parece que me estoy yendo muy lejos porque para esto «aún te queda mucho», lee esto que escribí hace unos meses. Los sofocos, el insomnio, las sequedades coñiles son otra gran fuente de charla femenina.

No estoy diciendo que solo hablemos de nuestros bajos, que conste. Pero es verdad que el tener algo en común, como puede ser un chirri, con unas problemáticas muy particulares, que solo contarías a alguien que te entendiera de verdad (o sea, la portadora de otro chirri), ayuda al colegueo.

No sé, esto es lo que se me ha ocurrido tras un día playero viendo los coños de mis amigas, que me parecen los más bonitos del mundo (después del mío, claro está).

¿Y tú? ¿Crees que el tener vagina crea comunidad?