Ayer fui al cine a ver It. No es que sea yo la tía más fan de Pennywise (el nombre real del famoso payaso) que haya sobre el planeta tierra, pero oye, que la película me encantó, la disfruté muchísimo. Porque yo disfruto con el terror, me encanta un susto, soy de esas personas que cuanto peor lo pasa en una película, más le gusta. Sin embargo, It no me acojonó porque el payasito sea lo más terrorífico que he visto en mi vida. El susto me lo llevé cuando me di cuenta de que It, o Pennywise, me recordaba demasiado a algunos tíos con los que he estado. 

Que estoy mu looocooo
Que estoy mu looocooo

Y no físicamente, por supuesto. (Ojalá, por otro lado, porque el actor que hace de It es bastante mono). Me refiero a lo que representan. Los tíos que son It son los que siempre llegan en el momento más inoportuno, no paran de amargarte la vida y encima quieren atención constante. Y si no se la das… ¡te sacan los dientes! Monstruoso… pero real como la vida misma.

Esto es lo que más me gusta de las películas de terror, que por mucha fantasía que tengan, siempre tienen una base real. Porque el terror es algo real, nosotros tenemos miedo prácticamente a diario. Y está totalmente claro que la realidad de la que It nos está hablando es de los tíos asquerosos que viven de absorber tu alegría y tus ganas de vivir hasta la última gota. Se alimentan de tu felicidad. Llegan, te destrozan, ¡y no se van, no! ¡Peor, porque estamos hablando de un ser terrorífico: llegan, te joden, y se quedan para seguir jodiéndote cada día de tu vida!

¿Que te vas de viaje con tus amigas? Ni de coooññaaaa
Eres una chica muy especial, ven que te abraaaaceeeee

Estos tíos son tan terroríficos que saben perfectamente qué hacer y cómo hacerlo para que caigas en su trampa (y te quedes allí el mayor tiempo posible). Al principio se presentan como tíos majos, interesantes… despiertan tu curiosidad. Te dan conversación, te ríen las gracias, te invitan a una copa y te hacen sentir como en una nube… como si flotaras. Te escuchan, te dan buenos consejos, te entienden, te abren su corazón, te hablan de sus (falsos) sentimientos y te vuelven a invitar a otra copa. Y tú, que estás harta de tíos idiotas, inmaduros, que no se preocupan de nada que no sea ir al gym y salir de fiesta, evidentemente decides que quieres darle una oportunidad.

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¡BOOM! Ya caíste en la trampa. Ya estás completamente dentro de las alcantarillas. Con la mierda hasta el cuello. Y ahora que ya estás en su terreno y tienes la cabecita bien comida es cuando él va a desenmascararse y a mostrarse tal y como realmente es: el puto demonio.

Empieza el tormento. Cada vez que se aparece, te destroza. Igual que supo qué decir para engatusarte, ahora que ya te tiene sabrá qué decir para poseerte por completo. No solo físicamente (porque habrá que follar, claro) sino mentalmente. Este tío se va a meter en tu cabeza y se va a instalar ahí llevándose toda tu atención, para que seas completamente suya cuando esteis juntos y para que no puedas parar de pensar en él cuando estés sola. Para que encuentres globos rojos donde menos te lo esperes.

globo
Adivina quién se esconde detrás del globito

Y empiezas a flipar. A dudar de ti misma. Has sido tan bien manipulada que no puedes pensar con claridad. Lo único que tienes claro es que nadie puede ser tan buen actor como para fingir todo aquello que ese tío te ha dicho y que habéis vivido juntos. La loca debes de ser tú. Ya te tiene donde él quería. 

Por suerte, la película It (y la novela, supongo, pero es que no me la he leído) tiene el final perfecto para acabar con estos diabólicos payasos. ATENCIÓN, QUE LLEGA UN SPOILER. La única manera que existe para derrotar a estos tíos es sacar toda la fuerza que lleves dentro, o pedirla prestada si hace falta, y enfrentarte a él. Desmontar sus argumentos, darle en toda la cara con lo único que le va a doler: la verdad. Demostrarle que has descubierto su artimaña y, lejos de enfadarte con él por tíomierdas, reírte en su puta cara por desgraciao. Así se desarma a un tío-It: diciéndole a la cara lo triste que es. Ya no le tienes miedo. Ha perdido su poder sobre ti. Se volverá a su cueva a lamer sus heridas.

Pero ten cuidado, amiga, y mantente siempre alerta. Porque estas sabandijas siempre vuelven, y muchas veces transformados en un ser completamente diferente.

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