Ya ha llegado, ya está aquí el buen tiempo. Y con él han llegado las ganas de salir a dar paseos y estrenar toda esa ropa monísima de la muerte que le permite a tu cuerpazo ponerse doradito.

Estás paseando por la calle tranquilamente con tus amigas, vas charlando distraída y, de repente, te da calor, así que decides quitarte la chaquetita/rebeca/kimono/loquesea que llevas cubriendo tus brazos para quedarte en tirantes. Ay, mucho mejor, que bien se está al sol. Sigues paseando feliz y contenta cuando, sin esperarlo siquiera, escuchas:

«¡Moza! ¡Qué te vas a resfriar!»

cabra

Si eres mujer seguro sabes de qué te hablo y seguro has vivido esta situación más de una vez. Basta ponerse un escote o unos tirantes para que miles y miles de señores vengan a preocuparse por tu salud, a recordarte que como vayas enseñando tanta carne te vas a resfriar pero, madre mía, menos mal que enseñas tanta carne. Qué alegría y qué jolgorio.

La cuestión es que este tipo de comentarios ya no solo te los hacen los impresentables que creen que nos alegran los días piropeándonos por la calle, que al menos a estos ya los ves venir y les puedes soltar un insulto ingenioso; lo peorsito de todo es que este «te vas a resfriar» ya me los han soltado hasta amigos, profesores y familiares. Y seguro que no soy la única.

Pero vamos a ver, PERO VAMOS A VER.

frustrada

En serio, a ver: ¿de verdad creen que nos hacen un favor? ¿De verdad creen que nos creemos que se están preocupando por nuestra salud? ¿De verdad creen que no nos damos cuenta de que sus ojos se salen de órbita mientras miran nuestras tetas? Señores, por favor, un poco de decoro, que si me quedo en tirantes no es para alegrarle a usted el día, sino porque tengo calor y así estoy más cómoda y fresquita.

«Joder, malditas feminazis, se quejan por todo cuando lo único que queremos es subirles la moral»

En primer lugar:

En segundo lugar: sí, me quejo. Me quejo mucho y más de mucho porque, queridos señores que se preocupan por nuestra salud, esos comentarios que lo único que buscan es «subirnos la moral» son en realidad acoso callejero, y lo único que consiguen es que yo llegue de mala hostia a mi casa porque ya una no puede ni salir tranquilamente en tirantes a la calle.

Y por último: las mujeres no necesitamos tu aprobación para que se nos suba la moral. Nos basta con mirarnos al espejo.

fabulous

En portada la genial Tanesha