Odio San Valentín. Pero no por lo que la gente suele odiarlo. Mi repulsión no es fruto de la envidia “typical solterona” de no tener con quien celebrarlo o de pensar que es un invento comercial para que las parejas entierren los cuernos, digo el hacha de guerra y su relación sea idílica durante un día. Sino por la cantidad de traumas que ha creado a muchos niños. Celebrar San Valentín en los centros educativos debería considerarse una forma de exclusión social. Nunca se me olvidarán esos 14 de Febrero en mi maldito colegio bilingüe, en la que los “no gratos” de mi clase tenían que pasar la humillación, año tras año, de no recibir ni una mísera tarjeta con la puñetera frase de “Be my Valentine”. Algunos incluso, faltaban a clase ese día para no pasar el mal trago.  

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Pero mi problema es que desde hace unos años, me encuentro en una encrucijada moral. Por un lado, odio el significado de la fiesta en sí, pero por otro, mi moñez estética hace que sea absolutamente adicta a toda esa decoración tan cuqui que San Valentín conlleva. ¿No podía ser hortera y fea como San Patricio y así poder serle fiel a mis principios? Se ve que no. Así que este año, voy a sacar la hipócrita que hay en mí y sucumbir a su parafernalia. Algo así como lo que hacen los niños con la primera comunión, vamos. Llenaré mi casa de purpurina y corazones rosas y haré la fiesta más pastel del mundo entero. Así que si alguna está falta de ideas para el mismo propósito, aquí va mi recopilación de monerías varias para ser una anfitriona cursilona en toda regla.

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No hace falta gastarte un dineral en organizar un sarao en condiciones. Con un mínimo de tiempo y mucho DIY, podemos hacer cosas tan chulas como las pajitas personalizadas, los servilleteros de tela de saco o las guirnaldas de cartulina. A mi dadme un bote de purpurina y pegamento en spray y conquisto el mundo. Aunque si eres más cocinitas que manitas, recurrir a la comida como adorno es toda una solución. Sobre todo en San Valentín, donde puedes sacarle partido a todos esas recetas de cupcakes, galletas y batidos; es el momento de amortizar todo ese fondant, purpurina comestible y envoltorios carísimos que te compraste en esa tienda yankee tan mona, pero que no has tenido ocasión de usar. Móntate un rincón candy con unos cuantos expositores y a triunfar.

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Pd: Si aun así sigues pensando que San Valentín es una mierda, siempre puedes aprovechar la oleada de tendencia corazonil y limpiarte el culo con esto. De venta en TIGER.

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Imágenes: Pinterest