Siempre he sido una niña gordita, he tenido que soportar insultos en el colegio, por la calle, frases realmente dolorosas, miradas de asco y de pena… y aquí estoy. La piel de una chica gordita se endurece hasta que se convierte en una armadura imposible de traspasar con insultos, pero también con halagos. La inseguridad por nuestro cuerpo nos hace pensar que si un tío se acerca a ti es para reírse de ti, porque se ha apostado con su amigo cafre que se liaba con la ballena o porque algún amigo suyo quiere liarse con tu amiga pivón. Puta inseguridad. Putos insultos, putas miradas y putas risas que van minando tu moral y acaban haciendo que no quieras ni verte, ni salir de casa ni nada. Vas por un centro comercial y en una columna hay un espejo, entonces pasas disimulando y miras de reojo para intentar adivinar cómo te ven los demás. Entras en una tienda, coges alguna prenda que te gusta y pides la talla más grande fingiendo que es para un regalo, porque la cara de la dependienta dice “no te va caber”. Lo peor es cuando llega la adolescencia y la juventud. Empiezas a querer salir de fiesta, ligar… y se convierte en una odisea, porque te ves realmente horrible. El buscar ropa de tu talla moderna y bonita es un infierno y el ir de compras con tus amigas se traduce en decirles lo bien que les queda todo y comprarte unas pulseras y un bolso.

Gracias a dios apareció ASOS en mi vida. No se muy bien cómo, creo que fue cosa del destino. Entré en aquella página web y encontré la sección “Curve & Plus Sizes”. Creo que era la primera vez que leía eso de “curvy”. Y entonces vi taaaanta ropa bonita, ¡y hasta la talla 56/58! Os lo juro, casi lloro. Al principio sólo compraba camisetas, blusas… pensando que los vaqueros me quedarían fatal. ¡Ay cuando descubrí que la talla 52 del modelo Ridley me quedaba como un guante!

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Fui viendo como actualizaban casi todos los días y de repente vi que podía comprarme una chupa de cuero, y que encima me quedaba bien. Camisas de cuadros, vaqueros rotos, lentejuelas, faldas de tul, cazadoras vaqueras bordadas, bodys, parkas militares, vestidos ajustados… todas las modas estaban ahí, y yo podía comprármelas. No me atrevía con todo claro, pero sabía que estaba ahí. Entonces empecé a arriesgar un poco más con la ropa, comprando cosas bonitas que antes ni hubiera pensado, porque en las poquísimas tiendas en las que había mi talla, no me las ofrecían ni por asomo. Parecía que debías esconderte en el color negro o el marrón y ponerte túnicas de fraile y pantalones de pana. ¡Dios, ahora lo pienso y no se ni cómo me vestía antes de ASOS! Y es que lo cambió todo. Parece una estupidez pero encontrar ropa de tu talla que sea bonita, es algo que te ayuda mucho a mejorar tu autoestima. Sientes que aunque seas gordita, puedes vestirte bien y guapa, sin renunciar a nada.

Por si esta tienda online hubiera hecho poco por mi y muchas de nosotras, además nos descubrió un montón de tiendas en las que también podíamos encontrar nuestra talla (Forever 21, New Look, River Island, Alice and You, Bohoo Plus…) Millones de tiendas que respetan el cuerpo de una mujer y que entienden que, aunque estar gordita no sea siempre lo más sano, lo estamos, y no tenemos por qué escondernos ni vestirnos como la abuela de Piolín. Y encima, sus precios son asequibles. Habrá marcas más caras y más baratas, pero sinceramente es la primera vez que veía camisetas básicas a 11,99€ para una talla 54. Cambió mi forma de vestir, pero también mi forma de ver la vida. En serio, no exagero. Me hizo ver que no era un monstruo, que no estaba gorda sino que era una gordibuena, que con mi talla podía estar guapa y lo más importante, sentirme guapa.

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Ahora cuando me invitan a una fiesta no tengo ese miedo voraz al “qué me pongo”. Tengo una boda y puedo comprarme un vestido precioso que ni en sueños habría pensado ponerme. Ahora me encanta vestirme para las reuniones de trabajo porque me siento segura.

En serio ASOS, no sabes lo que has hecho por mi y por todas mis compañeras.

GRACIAS.

Una chica curvy.