Hola, loversizers. Vengo a exponeros un tema que me atormenta, me perturba y me inquieta: la falta de diversidad en la pasarela. Ojo, no en el mundo del modelaje, sino en la propia pasarela.

Estaba yo el otro día escuchando la BBC y oí como Iskra Lawrence reivindicaba clases de autoestima en los colegios. Bajo mi punto de vista, la adolescencia se centra en estudiar (algunos pasan, claro está) y en el desarrollo de tu personalidad en base a lo que vives. Es ese momento crucial en el que la aceptación del cuerpo traquea en la puerta de tu cerebro y, si abres la puerta y no te gusta lo que ves, desemboca en un rechazo y angustia constante y, de ahí, en un posible trauma espantoso que necesita mucha terapia y mucha madurez. ¿Verdad que sabéis de lo que hablo, (algunas) queridas loversizers? Quererse es una asignatura que, lamentablemente, a día de hoy, debe enseñarse. Llevamos tantos años bombardeados con un canon que tienen que enseñarnos a no tener canon y eso es complicado, porque siempre ha existido uno. Es lo que se llama «desaprender».

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Lo que modelos como @iamiskra y algunas colegas proponen  es ni más ni menos que en las campañas publicitarias, anuncios, PASARELAS, todas las modelos se mezclen. En el colegio no estamos los gordos en una clase y los flacos en otra. Eso no es la vida real. La vida real es que, cuando yo mire a mi amiga flaca y de metro noventa no piense «cómo me gustaría ser ella». La vida real es (o debería ser) que si a mí me gusta menganito y menganito pesa 30 kilos más que yo, no tenga que avergonzarme llegado el momento de decirle a mis amigas que ese chico es el que quiero. Quiero que esto pase con 16 años y no ya a mis 26 cuando me he cansado de aguantar gilipolleces porque esto supone un retraso personal en muchos aspectos. No quiero esperar a los 30 para que todo me importe un pito y hacer lo que me plazca.

¿Y sabéis por qué creo que es posible? Porque, seamos sinceros, la publicidad tiene la sartén por el mango, la publicidad es como una gran pantalla que te orienta el camino (aquí me he puesto un poco Yoda, pido perdón a las víctimas) y no te dice cómo has de ser, pero influye de manera pasmosa. A la publicidad la enriquece la sociedad y la sociedad se alimenta de la publicidad. Van de la mano. Me explico: educa en la diversidad y alimenta esa educación a través de la publicidad con modelos de todo tipo, dame la teoría y la práctica, demuéstrame que puedo ser modelo si quiero como Ashley Graham y que mi amiga, la flaca de metro noventa, que padece vitíligo, es sensacional en una campaña de Desigual como Winnie Harlow.

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Aquí viene el drama. Cuando Iskra y algunas modelos curvy han salido a la palestra con un «haced el favor de mezclarnos en la pasarela», otras modelos (la prensa no revela el nombre) han visto su cortijillo amenazado y tanto a ellas como a algunos diseñadores no les ha hecho mucha gracia. Porque claro, salir de la zona de confort asusta y arriesgar subiendo a una modelo de la talla 46 con las de la 34/36 ya se pasa de transgresor. Porque somos transgresores pero no tanto, oiga. Pues la revolución está aquí: o transgredes o te quedas viendo como tías como Ashley Graham, Tara Lynn o Jennie Runk revientan campañas publicitarias y portadas de revista y guess what? No con tus diseños.

Empecemos desaprendiendo y reforzando el desaprendizaje con situaciones reales. Que no se quede en la teoría y en una utopía. Las pasarelas ya las hemos conquistado, ahora falta que no nos seleccionen como si fuéramos ganado.

Elma López.