Los primeros años del Siglo XXI fueron difíciles para todos. Sufrimos el miedo al llamado «efecto 2000» que al final resultó ser un fiasco. Lloramos con el romance de Chenoa y Bisbal en OT y, posteriormente, con el fracaso de Rosa de España en Eurovisión. Tuvimos que adaptarnos al euro (aunque seguimos pensando en pesetas). Nos gastamos nuestros ahorros en el ciber y allí chateamos con múltiples desconocidos vía IRC o Terra. Asistimos al final de Compañeros y al nacimiento de la revista Loka Magazine, hitos históricos de nuestro país.

Toda desgracia se queda en nada si la comparamos con el estilo propio de esta época, que hace que el glam de los setenta o las hombreras XL de los ochenta parezcan un simple juego de niños.

En una década en la que no existían los blogs de moda nuestra única meta en la vida era emular a nuestros ídolos de adolescencia, apartado en el que merecen una mención especial los protagonistas de aquella joya televisiva (únicamente comparable a «Los Soprano«) llamada «Un paso adelante«. Desde la dulce Lola y sus calentadores XL de todos los colores del arcoiris hasta los rizos de Ingrid pasando por los chalecos sin camiseta del gran sex-symbol de la serie, el Tito MAM («Rober»), todos caímos rendidos ante una versión de «Fama» al más puro estilo Siglo XXI (nada bueno podía salir de ahí).

El estilo UPA consistía, por lo tanto, en llevar el sport a las calle e incluso a las discotecas. Zapatillas anchas (que se abultaban aún más  gracias al uso de calcetines dentro de las solapas), sudaderas, chalecos de corte informal y pantalones de chándal. Podíamos usar minifalda o pantalón (siempre vaquero, por supuesto) y combinarlo con lycra, transparencias o crop-top.

Las tendencias para el cabello también apostaban por una supuesta comodidad, siendo el must las dos coletas (o moñitos) y el cabello engominado con una diadema ancha para retirarlo de la frente. Algunas chicas se dejaban dos mechones por fuera de la diadema o de los moños (las más atrevidas incluso se teñían los mechones de rubio pollo o de rojo caoba).

Los ya mencionados calentadores tuvieron su gran momento de gloria allá por el 2004 y se combinaban con TODO, incluyendo zapatos de «chúpame la punta», deportivas e incluso botas. Son la gran clave de la tendencia UPA Dance, uno no podía bailar «Morenita, muchachita» o «Sámbame» sin llevar unos buenos calentadores de lana en los pies.

Si a día de hoy tenemos la fiebre por el tiro alto (pantalón Cachuli, que dirían algunos), los primeros 2000 se caracterizaron por el tiro hiper-bajo, lo que causó más de un quebradero de cabeza entre padres y profesores.

Las campanas, por supuesto, eran las grandes protagonistas de los outfits (por mucho que se enguarrasen con la lluvia o las llevásemos arrastrando) y si el pantalón era de algún color chillón, mejor que mejor.

Algunas de las prendas clave son (entre otras) la cazadora bomber, aros y collares de bolas XL, botas de plataforma con solapas gigantes, vaqueros talla 32 del Bershka (más de una los llevaba sin abrochar con tal de presumir de que podía entrar en ellos), polos de marcas pijas, camisetas con escote halter, pantalones pirata o estampado militar en general.

Marcas como Pho, Alpha, Kill Off, Art, Fat, Osiris o Nafta eran las más deseadas por la juventud de la época, llenando nuestros armarios de sobriedad y elegancia. Resulta muy difícil encontrar fotografías decentes de la moda de los 2000 (seguramente porque casi todos las escondemos con vergüenza) así que he tenido que tirar de archivo y crear un collage, que, espero, os traiga buenos recuerdos.