Las tías somos muy de las listas, eso es así. De ahí, supongo, nuestra locurita con las libretas y los bolis. El caso es que, aunque muchas veces son inútiles, hay unas cuantas listas que nos pueden alegrar la vida, y mucho:

1. Haz una lista de todos esos sitios a los que quieres viajar. Sí, AHORA, y no, no hay presupuesto. Sueña, coño, que es gratis. Tú créate una necesidad y ya veremos cómo la satisfaces. Pon fecha para la primera escapada a las Highlands para buscar a tu Jamie Fraser; a Nueva York, para revolcarte por el césped de Central Park; a Barcelona, para ver a tu amiga de la infancia. Compra el billete. Disfruta de la ilusión previa, de la felicidad del viaje, de la melancolía posterior.

2. No te cortes, «Express yourself» que diría Madonna. Escribe los nombres de la gente a la que quieres. Pero de verdad. Díselo, que igual flipan en el primer momento, pero lo agradecerán en el segundo. Quizás también es necesario soltar algún «No te soporto más». Libérate, respira.

3. Piensa en todas esas personas que te encantan, con las que conectas, que te aportan tanto, pero que por una razón o por otra hace mil años que no ves. Coge tu agenda y llámales. No, no vale un WhatsApp. Llama. Queda. AHORA.

4. Pon en letras tus preocupaciones. Léelas. Otra vez. Respira. Vuelve a leerlas. Ahora imagina que pasa algo grave DE VERDAD. No me voy a poner dramática. Todos conocemos de situaciones horribles que nos colocan en perspectiva, que nos hacen sentir MUY gilipollas, que nos muestran que, en realidad, la mayoría de cosas que nos quitan el sueño son chorradas mastodónticas.

5. Ahora les toca a todos los libros que quieres leer. Vete a Amazon, o a Kindle o a cualquier librería. Compra el primero de la lista. Lee diez minutos cada noche. Cuando te falten cincuenta páginas para terminar, ve a por el siguiente. (No hagas como yo, que tengo VEINTICINCO pendientes en la estantería).

6. Busca en Spotify cincuenta canciones que te ponen contenta. Cómo mola la tecnología, joder. Aún recuerdo que, en mis tiempos, tenías que, o comprarte el vinilo, o grabar de la radio en una cinta de radiocasete. Sí, tiene un rollo muy vintage la cosa, pero lo de ahora es mucho más cómodo.

7. ¿Tienes hobbies? Estupendo ¿Los practicas? Qué maravilla. Si no los tienes, créalos. Si no los practicas, a qué esperas. Apunta, apunta y llama: a la escuela de baile, a esas clases de cocina asiática, a la academia de pintura.

8. Molas mucho, y lo sabes, y si no, ya te lo digo yo. Escribe todas esas características tuyas que te convierten en una tía Fabulosa. Porque eres buena amiga, buena madre; porque hoy te has zampado una napolitana de chocolate y un café con sacarina; porque has aprendido a decir BASTA o estás en ello; porque hoy POR FIN, el eye-liner del ojo izquierdo te ha quedado CASI igual que el del derecho.

9. Ante la duda sobre qué hacer, siempre me digo a mí misma «Dentro de diez años, ¿qué recordarás?» y entre la pereza por viajar y la cena con los del cole, siempre ganará la cena. Por la misma razón, en lugar de irme pronto a casa porque me muero del cansancio, correré al karaoke y por eso compraré sin pensar si podré ir dentro de tres meses, entradas para ver «La La Land» con la sinfónica. Siéntate tranquila, piensa en los últimos diez o veinte años ¿Qué momentazos recuerdas? Escríbelos.

10. Y, por último, haz una lista de las cien gilipolleces que te hacen feliz: el helado de chocolate, el olor a jazmín, las pelis antiguas de Woody Allen…