Lo de ser gorda no es un camino de rosas y aunque sepamos que somos estupendas independientemente de lo que diga la báscula (abstenerse doctores y gente que venga a decirnos que no es bueno, que ya lo sabemos); a veces, tenemos que pasar por ciertas situaciones incómodas. No, no hablo solamente de tener que comprar la ropa online o de los miedos de aplastar a tu pareja cada vez que te pones encima; hablo de cosas del día a día, las más cotidianas que te puedas imaginar.

Si tú también eres gorda y estás leyendo esto fijo que te sientes identificada con al menos, la mitad de las situaciones.

1. Llegar tarde al cine y tener que pasar por delante de todo el mundo cuando tu asiento está en medio y sufrir por si vas a matar a alguien de un culazo. Real que más de un señor se ha comido mi culo sin quererlo.

2. Las sillas. Es mi calvario. Hay gente que es más gorda de arriba, más proporcionada o más estilo barrilete (desde el cariño que ya me conocéis), pero es que hay otras que lo más gordo que tenemos es el culo y sufrimos cada vez que vamos a un sitio nuevo pensando en cómo serán las sillas. ¿Tan difícil es eliminar los reposabrazos de las sillas estándares? Llegar a un sitio y que no te entre el culo es una putada.

3. Que pite el ascensor por exceso de carga. O el control de acceso del Banco Santander. Sí, no soy la única a la que le ha pasado. Ir al banco y que de repente empiece a pitar el cubículo del infierno y a decir por megafonía: por favor, pasen de uno en uno. Así todo el mundo se entera de que la gorda va a hacer acto de presencia en el banco. Bendita banca online.

4. Avisar a un chico de que eres gorda. Esto solo nos pasa a las que utilizamos app para ligar, que me consta que somos muchas (gordas y delgadas); hay un momento clave en toda conversación y es el de avisar que estás gorda. De una manera más o menos sútil, pero lo haces porque así te quedas tranquila y no tienes que pasar el bochorno de que se entere cuando quedéis. Porque no, yo no miento en mis fotos de perfil y me muestro tal como soy, pero tampoco me voy a hacer una foto a las lorzas ni a ponerme un cartel luminoso modo: GORDA INTENTANDO LIGAR; me pongo las fotos que más mona salgo (y no por ello más delgada) como todo hijo de vecino.

5. Los cinturones. Ya os conté en su día que hay extensores en los aviones y que no hay que tener ningún reparo en pedirlos porque el personal de vuelo está más que acostumbrado a que la gente lo demande, pero es un coñazo sentarte y ver que el maldito cinturón no te abrocha.

6. Utilizar transporte público. La cuestión es economizar, así que venga, vamos a poner los asientos de los autobuses enanos para que así puedan ir enlatados y oliéndose el sobaquillo los unos a los otros. Si para las personas delgadas esto ya es un drama, si eres gorda… lo tienes jodido. La gente no se va a sentar a tu lado porque tu culo ocupa más de la cuenta, así que tú, por no pasarlo mal, la mayoría de las veces decides quedarte de pie.

7. Ir a una entrevista de trabajo. Es el lugar en el que mejor tienes que quedar por excelencia; en el que solamente deberían valorar tu currículum y tus habilidades profesionales y personales; pero la gente juzga. Juzga demasiado. Y tú sabes que vas a ser la gorda de la entrevista, esto es así.

8. Ir al médico. Puedes ir por una otitis o por un problema en la falange del pie, pero te pase lo que te pase sabes que todo te pasa por… GORDA. Doctores del mundo, sabemos que la obesidad es un problema, pero NO ES EL ÚNICO PROBLEMA. Los delgados también se resfrían, pillan hongos y tienen migrañas.

9. Que tu novio te presente en sociedad. A sus padres, a sus amigos o a la vecina del quinto. Puedes ser la persona más segura del mundo pero sabes que en la mayoría de las mentes de esas personas hay una idea dando botes: ES GORDA. Pues sí señores, existen las novias gordas, no somos una especie en peligro de extinción.

10. Subirte a sitios. ¿Y si la escalera no aguanta? ¿Y si se rompe el tobogán? ¿Y si el taburete se espachurra al suibirme para cambiar la bombilla? Cualquier situación que implique que tu peso recae sobre un objeto es un drama y un cague real.

11. Los uniformes. Yo por suerte no he tenido que enfrentarme a esta situación mucho y la única vez que me pasó (jugando al paintball con mis colegas) había mono de mi talla, pero el miedo a que no lo hubiera y a no poder jugar me horrorizaba. La pena es que ese miedo nos impide hacer muchas cosas y eso es una mierda.

Si te has sentido identificada con estas situaciones, querida amiga gorda, no estás sola; y no es el fin del mundo. Preguntando se llega a Roma y siendo educada… hasta el infinito y más allá. El miedo solamente nos limita y nos bloquea. No dejes de hacer nada que te apetezca. Si el ascensor pita porque se piensa que sois 16 en vez de 5, si la gente no se quiere sentar a tu lado en el metro, si no sabes si hay uniformes para ti o cinturones que te sirvan, incluso si no sabes el peso permitido para determinada atracción: pregunta. No te cortes. Disfruta de la vida independientemente de que tu talla sea la 38 o la 56. Vive y ya está. Y si la gente se ríe, que se ría. No está en tu mano educar a los gilipollas de esta sociedad; pero sí está en la tuya hacer de tu vida algo maravilloso. Somos gordas, pero no miedicas.

Imagen de portada: Paula Fernández by me