EL QUE NO SE ACUERDA DE TU CUMPLEAÑOS

Todos tenemos a este amigo desastre. El que no se acuerda de tu cumpleaños, se olvida de los cafés y te mira con cara de imbécil cuando le hablas, como si le importara un pimiento lo que le dices. Es capaz de no mandarte ni un mísero whatsapp en un mes (cuando sabe que estás bien) pero, leal, está a tu lado un martes cualquiera de madrugada, cuando sabe que estás mal. Porque aunque se vaya constantemente, él sabe estar contigo. Quizá su idea de ser buen amigo sea llevándote un McFlurry; quizá lo único que sepa hacer sea abrazarte y decirte «Mándale a la mierda; en cuanto tengamos dinero, le mandamos matar». Quizá no tenga ni idea de cómo consolarte,  pero sus abrazos serán de esos que funcionan como vendas y escayola cuando te has roto por dentro. No te importará que no recuerde tu cumpleaños, porque en las buenas está cualquiera: son los que están en las malas los verdaderamente indispensables.

TU PERSONAL CHEERLEADER

Porque detrás de toda gran persona hay un gran amigo animándole. De esos que te recuerdan que eres lo más de lo más en los días en que te sientes una estatua a merced de las palomas; de esos que te contagian su entusiasmo y te hacen creer que sí puedes. De esos que no te juzgan y te enseñan a no juzgarte a ti misma; de esos que se alegran por tus logros como si fueran suyos y leen toda la porquería que has escrito —o todos los mamarrachos que has compuesto o toda la basura que has cocinado— sin quejarse ni una sola vez.

EL QUE NO TIENE FILTROS MENTALES

Y te dice las cosas así, sin anestesia, importándole poco tu opinión pero sabiendo que necesita decirte las cosas porque tú necesitas saberlas, y lo que es más importante, porque necesitas recordarlas. Son de esos amigos que te quieren tanto que no temen a hacerte daño y que con esa valentía cambian el curso de tu vida para siempre. Quizá, como a mí, sea al borde de una piscina con un cigarro mojado en la mano izquierda y un chupito de tequila en la mano derecha que te diga, ¿Arquitectura? Tú qué vas a ser arquitecta. Tú tienes que escribir, carajo. Te enseñará que la felicidad no es cuestión de suerte sino una decisión, y será este amigo quien te ayude a tomar esas decisiones para ir caminando —de puntitas, pero caminando— hacia la felicidad. 

 

EL EX-NOVIO CON EL QUE JAMÁS –JAMÁS– REGRESARÍAS. 

Y a quien le agradezcas infinitamente que como novios no hayáis funcionado, pero que como amigos hayáis descubierto un rincón donde encontrarse. Desde la amistad él te recordará todo lo que has crecido  y todo aquello que has aprendido sobre tus verdades de cara a una relación, porque el mejor lugar para aprender de uno mismo es en la vorágine de una relación exagerada e imposible. Le agradecerás todos los infartos y todas las extrasístoles, porque tantos accidentes cardiacos a su lado te abrieron el pecho, te destaparon las arterias y te enseñaron a comprender el corazón. Tu corazón. Y será gracias a él que sabrás enfrentar futuras catástrofes coronarias con un corazón entrenado

 

AQUEL CON EL QUE NO TE DE PÁNICO SER TU MISMO. 


Os emborrachásteis. Hicísteis el tonto. Os tapásteis las mentiras. Vivísteis juntos vuestras primeras veces: las felices, las tristes. Reístes —mucho— y llorásteis —ay, tanto—. Os reinventásteis una y otra vez buscando convertiros en lo que queríais ser y descubrísteis juntos que molábais más cuando dejábais de luchar contra quien no podíais dejar de ser: vuestro yo inevitable.  Recordaréis con cariño cagada tras cagada, aventura tras aventura, y serán esos recuerdos los que os mantendrán unidos más allá de los matrimonios, los embarazos, los hijos y los divorcios. Porque es imposible separarte de aquel amigo que conoce tu peor versión y aún así, milagrosamente, te quiere.