Yo era de las que, hace unos años, me volvía loca cada mes por comprar las más famosas y modernas revistas de moda y de ‘chicas’ que salían al mercado. No voy a decir nombres pero todas sabéis a lo que me refiero. Me entretenían, me gustaba mirar las fotos y soñar con bolsos de firma que jamás podría permitirme. Devoraba los artículos sobre belleza, maquillaje, fitness, moda, sexo… y me encantaba.

Pero a veces me hacían sentir fatal. A veces, lejos de entretenerme y divertirme en mi tiempo libre, me hacían odiarme a mí misma por no ser capaz de conseguir los cuerpos de las chicas que abundaban esas revistas. Que por mucho que hiciera (porque sí, hubo un tiempo en el que yo hacía cosas para estar delgada, como matarme en el gym y eso…), la genética me había ‘maltratado’ con otra constitución y otras cualidades que, según esas mismas revistas, no era aptas para salir jamás en su portada o en sus maravillosos reportajes de moda. Aún así, obviamente me culpaba a mí misma por no tener esas características y me resignaba a seguir admirando a las modelos y famosas desde esas páginas.

Recuerdo aquel año, hace tiempo, en el que viajé a Londres, y descubrí una de estas revistas que tanto me gustaban en versión UK… y flipé: ¡¡salían chicas grandes como yo!! Había reportajes enteros dedicados a moda curvy para chicas de más de la talla 42… ¡no me lo podía creer! ¿Por qué no había eso en España? También había reportajes súper interesantes sobre business, trabajo, relaciones… ¡no era todo trapos, maquillaje y dietas relámpago! Contenidos que rompen con esa imagen de superficialidad femenina y, encima, me ayudaban con mi inglés… ¿qué más podía pedir? Dejé de comprar las versiones españolas y empecé a consumir la versión británica, a pesar de ser bastante más cara. Y comencé a sentirme identificada con algo de lo que salía ahí, empecé a saber que no por ser gorda tenía que resignarme a vestir como una doña amargada. Qué pena que en España aún quedaba mucho para eso…

Poco a poco en nuestro país, cada vez nos ha sido más fácil acceder a ropa bonita, a fotos de chicas como nosotras, a bloggers curvy que nos pueden dar una idea de cómo nos van a quedar las cosas. Webs como Asos, algunas tiendas como H&M que desde hace siglos tienen sección plus-size y disponen de hasta la 44 en su sección de ropa «normal», páginas como WeLoverSize… chicas como yo que empezaban a reclamar su puesto en las secciones ‘beauty’ y su derecho a empezar a sentirse bien consigo mismas.

Y ahora, de repente, todo es ‘curvy’, ‘plus-sized’. La misma revista que obligó a la mismísima Oprah a bajar de peso si quería salir algún día en su portada ahora se quiere también subir al carro. Las mismas publicaciones que nos obligaban a tener un ‘thigh gap’, un ‘six-pack’ y a contar calorías, ahora nos dicen que nos queramos a nosotras mismas y que no pasa nada por ser gordita… ¿perdona? Ahora resulta que estamos de moda y  todos quieren su parte del pastel. Porque claro, no han existido gordas toda la vida, ¿no? Es nuevo. Antes éramos unas apestadas y ahora somos lo más. Han visto una línea de negocio potente (porque antes no comprábamos ropa, íbamos con sacos) y todos empiezan a sacar su propia línea de tallas grandes, cuando firmas británicas y de otros países llevan siglos haciéndolo…

   

 

Ahora todas esas revistas que antes me hacían sentir miserable por no tener el vientre plano o el culo perfecto, empiezan a sacar fotos de gordas sin sentido a diestro y siniestro. ¿Qué pretenden con esto? Me da a mí que siguen sin entender de qué va la cosa. Nadie pretende hacer apología de la obesidad: esto se trata de un movimiento ‘body-positive’, es decir, de hacer que te quieras tal y como eres. De darte cuenta de que hay mucha gente más con tus mismos problemas de muslos gordos que se rozan, tetas enormes que no entran en los bikinis y sujetadores estándar, brazos que no caben en las camisetas convencionales. Un movimiento que te ayuda a no sentirte desgraciada por no cumplir con los cánones. Que te enseña a estar sana mentalmente, porque todos hablan de ensaladas y de pechugas a la plancha, pero de esa salud nadie habla.

Esto no es una moda, señores, no es una estrategia de marketing. Somos personas. Somos gordas, flacas, altas, bajas, tetudas, planas, de espalda ancha. Y ya que ustedes nunca nos han querido, ahora nos queremos entre nosotras, y la estamos liando.