En algún punto, en algún cruce, nuestros caminos se separaron. Tú fuiste hacia un lado, yo hacia otro. Pero quedó ese lugar, ese punto de encuentro dónde nos reunimos y echamos la vista atrás para ver lo andado hasta ahora. Juntas o cada una por nuestro lado.

A veces, ese cruce es un café. Otras, una llamada. Otras, un simple Whatsapp. No importa. No importa nada, sólo ese cruce y el tiempo de atrás (y el tiempo que viene).

Eras mi Amiga (así, con mayúsculas) y lo seguirás siendo. No importa la diferente que parezca todo ahora o que mire con curiosidad tu vida tan diferente a la mía. Tan diferente, que me siento turista viendo una rutina ajena y distante a mi caos.

Nos hicimos inseparables en ese tramo que recorre la infancia inocente y esos eternos años adolescentes (¿Te acuerdas de esos años? Qué horror, por favor).

Nos contábamos confidencias a todas horas (tranquila, no diré a nadie con qué chico te declaraste por notitas en Primaria. Sólo lo sabemos tú, él y yo. Y tu diario, claro).

dthtFNHGLgo360zpRKhKOWgZrRe

A ti te confiaba mis sueños para el futuro, mis pesadillas de ese presente y con qué chicos me ponía muy roja. Recuerdo nuestros ratos en clase, las charlas en el Messenger y cuando nos quedábamos en una casa o en otra para que nos dejaran salir hasta más tarde.

Compartimos cuaderno secreto y nuestras confidencias continuaron hasta mucho después. Incluso, cuando te estrenabas en la carretera y recorrías kilómetros para darme sorpresas en la universidad.

Y con esos kilómetros de distancia hemos continuado, pero sabiendo que existía ese cruce para tenernos la una a la otra. Nadie nos dijo que la vida adulta fuese fácil ni que sólo hubiese un modo de narrarla y nosotras somos la prueba.

Tan diferentes pero con las mismas huellas en el camino, no puede definirse cómo somos ni qué somos. Tal vez sólo se puede decir con ese Amigas, con mayúsculas.

Porque somos Amigas y poco importa lo diferente de tu vida y la mía, porque sólo afecta ese querer grande que te tengo. He llorado y sigo llorando contigo, he reído y seguiré haciéndolo.

d89b21d6-184e-49c9-a908-ad107ae283e6

Por eso, jamás olvidaré ese golpe en el pecho cuando desperté con el ruidico de un Whatsapp tuyo y vi esa fotografía. Un “embarazada” y unas semanas marcadas en ese palito.

Tus pasos  te están llevando a otra parte de la ruta que yo todavía no conozco. Y a mí me dura el dolor de ese golpe en el pecho cuando veo la cara de esa nueva personita en el mundo. No puedo definirme como tía, porque no lo soy. Pero no encuentro otra palabra que lo explique mejor, porque puede que sí lo sea.

¿Cómo se puede querer tanto a alguien que hasta hace nada no conocía? Ella, la pequeña, es la prueba del amor a primera vista.

Seguiré observando tu vida tan diferente a la mía con estos pocos kilómetros de distancia (una ciudad y otra ciudad no es nada que una carretera no pueda unir) y seguiremos teniendo ese cruce, ese punto de encuentro, pero ahora con una más.

Ahora todo es nuevo, sin saber cómo va a ser. Ahora tengo que aprender a verte aprender a ser madre. Y yo seguiré estando, para confidencias, para recorrer distancias, para reír, para llorar.

Y a ti Laia, sólo decirte que voy a ser tu tía sin serlo de verdad. Porque los  títulos no entienden de familia biológica o creada. Voy a encargarme de hacerte reír y darte los caprichos que pueda, es mi nueva función, ¡bien! Sobre tu mamá no podré contarte todo,  pero algunas cosas te confesaré; te chivaré secretos que sólo supimos ella, un diario y yo .

Mi querida y nuevo amor eterno Laia, bienvenida al mundo. Bienvenida a nuestro cruce.

Fotografías: Now and then (1995) – New Line Cinema