Vivir. Avanzar. Tropezar. Aprender. Seguir adelante. Querer. Soñar. Sentir. Reír. Volar. Atreverse.

Atreverse a vivir.

Pasan los años y nos hacemos mayores. Aprendemos a vivir, a querernos, a luchar, a levantarnos cuando nos caemos. Aprendemos a entender quiénes somos, quiénes queremos ser. Aprendemos a querernos y a caminar hacia lo que nos hace felices. Tropezar, caer, levantarse. Tropezar, caer, levantarse. Tropezar, caer, levantarse. Vivir.

Avanzar en la vida viene a veces acompañado de lazos. Lazos que nos unen a personas, a vivencias, a sentimientos, a lugares. Nos atamos, voluntaria o involuntariamente a elementos que vamos encontrando por nuestro camino hasta que, al final, se vuelven imprescindibles.

A veces, sin querer, entre esos lazos se cuelan algunos que nos unen a cosas tóxicas. A piedras que no nos dejan avanzar. A elementos que nos rodean y que damos por supuesto sin pararnos a pensar que podrían estar haciéndonos daño, frenándonos en nuestro camino.

Sin querer, a veces, nos olvidamos de atrevernos.

 

Atreverse no implica necesariamente vivir saltando al vacío, ni dejarlo todo cada vez que no sabemos cómo enfrentarnos a nuestros problemas. Atreverse se trata de ser capaces de mirar a la vida a los ojos, dar un puñetazo en la mesa y trabajar por cambiar aquello que nos disgusta.

Nos atrevemos cuando dejamos de callarnos lo que de verdad pensamos. Nos atrevemos cuando renunciamos a la seguridad que nos da ese trabajo que nos hace infelices por intentar cumplir un sueño. Nos atrevemos cuando vamos al cine o a cenar solas porque nos apetece tener una cita con la persona más especial de nuestras vidas. Nos atrevemos cuando dejamos de lado de una vez los complejos y nos ponemos ese bikini, ese vestido o esa falda sin dar importancia a lo que piensen los demás. Nos atrevemos cuando gritamos al mundo que somos preciosas.

Atreverse es decir a ese tío que te gusta que quieres hacerle cuatro hijos contra una pared. Atreverse es pensar que él se lo pierde si te dice que no, y no que ‘no eres suficiente’. Atreverse es sentir, es soñar, es transformar los sueños en realidades. Atreverse es sonreír a la vida y aprovechar las oportunidades que nos regala, sin miedo al rechazo, al fracaso, sin miedo a ser felices. Atreverse es reconocer lo mucho que vales . Atreverse es quererse, aceptarse, sin renunciar a ser lo que somos. Atreverse es no tener miedo de priorizar lo que crees que te hará feliz por encima de lo que se supone que debes hacer. Atreverse es quererse, quererse mucho, sin por ello renunciar a seguir avanzando hacia la persona que queremos ser.

2015 ha sido, para mí, el año en el que por fin me he atrevido. Me he atrevido a enamorarme, dejando de lado el pavor a que me hiciesen daño que había desarrollado tras mi última relación seria. Me he atrevido a dejarme llevar, a querer a alguien, a abrirme a él sin importarme la posibilidad de acabar herida, me he atrevido a pensar que valía la pena. Me he atrevido a empezar una relación transatlántica a la que no me habría perdonado renunciar por miedo. Me he atrevido a dejar un trabajo fijo por atreverme a volver a estudiar, porque he entendido que lo que hacía, no me hacía feliz. Me he atrevido a priorizar mi felicidad por encima de obligaciones autoimpuestas, personas tóxicas y cosas que suponían un lastre en mi vida. Me he atrevido a ser feliz, y lo soy, más que nunca.
¿Qué momento mejor que este para vivir? ¿Qué día mejor que hoy para atreverse? ¿Qué instante va a ser mejor que ahora mismo para entender que vivir, es atreverse, que atreverse, es vivir?